Para mi mala suerte, Ulises me ve, aunque, no se da cuenta de lo que han dicho las dos chicas dentro. Me saluda con un beso que apenas correspondo y me lleva a su oficina.
— ¿Cómo estás bombón? Me alegra que me hayas venido a buscar para almorzar… ¿Qué traes ahí? — Apunta la cajita con galletas que traigo en mis manos.
— Ten, son para ti — Respondo casi en un susurro. Me duele el corazón, solo tengo ganas de salir arrancando y llorar. Él las toma y me agradece con una sonrisa — Las he hecho yo.
— ¡Qué rico! Mejor aún…yo te tengo esto — Me entrega una cajita envuelta en papel. La abro y veo que son cuatro tazas elegantes con dibujos de gatitos. La verdad, es que, me han encantado, pero debo ser firme — ¿Qué pasa? — Pregunta por fin.
&m