Capítulo 2. Nostalgía en Italia del sur. *Marco*.

Eran las navidades más tristes que había pasado en mi vida, sintiendo que aún no conseguía superar la ruptura con Elisabeth y que sufría el síndrome del corazón roto. Me había pasado meses así, sintiendo ese terrible dolor en el pecho que no me dejaba avanzar y seguir con mi vida después de que lo nuestro hubiese acabado para siempre. Nunca pensé que el amor pudiese ser tan inmensamente maravilloso y devastador y doloroso a la vez, me había costado salir de la depresión mucho y sabía que si lo había conseguido habbía sido solamente al tener al lado a Nicoletta, a esa adolescente inocente a la que me había propuesto cuidar. Tener a alguien vulnerable a quien proteger me había dado las fuerzas para levantarme por las mañanas, seguir con mis estudios universitarios en Irlanda y manejar las empresas familiares desde la distancia de ese país hermoso y a la vez frío. Defintivamente, proteger a esa niña era lo mejor que me podía haber pasado estando allí... y nada más aterrizar en Italia y separarnos, no pude parar de preguntarme cómo estaría, si ella se sentiría mejor que yo con su familia durante esas nostálgicas fiestas y podría sentir algo de paz. 

Yo, en cambio, solamente tenía en mi interior sentimientos encontrados, echando de menos a un padre y a un hermano, que habían dejado un rastro de crueldad y caos en las vidas de todas las personas que habían estado a su alrededor, incluso destrozando durante muchos años la del amor de mi vida, Elisabeth. Pero era jodidamente horrible como dentro de mi seguía sintiendo amor por esos dos hombres que solo podían calificarse como monstruos. 

Realmente creía con seguridad que lo único que habría entre Elisabeth y yo en un futuro serían conversaciones telefónicas, cada vez más espaciadas en el tiempo, hasta que ella encontrase a alguien mejor que yo... no tenía ninguna duda de que lo haría, ella no solamente era la mujer más hermosa, inteligente y especial que había conocido, también era una verdadera luchadora, resiliente que había transformado su dolor del pasado en fortaleza, y con un corazón que apesar de haber sido humillado y pisoteado por los míos continuaba albergando inocencia y bondad... cualquier hombre mataría por estar a mi lado. Yo estaba en el proceso  del duelo de la aceptación, aceptando lentamente con esfuerzo que ella nunca  volvería  a ser mío, y que nuestro  amor estaba claramente maldito. Lo  que no esperaba era que de él nacería una nueva vida. 

_Marco, yo...

Escuchar su voz rasgada al otro lado de la línea me hizo sentir una  especie de puñalada dolorosa en el pecho. 

_Dime qué te ocurre Elisabeth por favor...

Ella no merecía surfir más, ni por mi familia, ni por mi, ni por nadie.

_Llevo semanas encontrándome demasiado cansada. 

_¿Estás enferma?

Pregunté enseguida preocupado.

_¿Necesitas algo Elisabeth?

Volví a preguntar con un tono desesperante, nunca imaginé que podría amar tanto a una mujer, incluso aunque ya no estuviese con ella y estuviesemos separados a cientos de kilometros... pero  ella siempre estaba en mi cabeza, una y otra vez, y me preocupaba que estuviese bien, que fuese feliz y que nada ni nadie alterasen su paz. 

_Estoy embarzada Marco.

Me quedé paralizado durante varios segundos ¿Cómo?, no podía creer lo que acababa de escuchar. Solamente se escucharon nuestras respiraciones a traves de nuestros teléfonos móviles durante un largo rato. 

_Marco... _ dijo ella cortando aquel silencio al pronunciar mi nombre. 

_¿Embarazada?

_Sí...

Aquello era lo último que hubiese esperado en aquel momento tan crudo  de mi existencia y extrañamente le dio sentimiento a todo en ese instante. 

_ ¿No dices nada? _ Me preguntó de manera enfadada. 

_Sí, sí, es solo que no lo esperaba. 

_Bueno, como puedes imaginarte yo tampoco. 

_Elisabeth acabo de llegar a Italia, pero puedo coger un vuelo esta misma noche y estar allí, en España, a tu lado. 

_Marco, espera, detente_ dijo algo fría y no esperé para nada aquel cambio en ella. 

_¿Qué? ¿No quieres que vaya y este contigo?

_No, esto no cambia nada... _aquella historia me sonaba, era lo que había vivido con Jenyfer pero de manera contraria . _Mañana pediré hora en el médico y después...

_¿Después qué?_ Pregunté asustado temiendo que me dijese justo lo que estaba pensando. 

_Después tomaré una decisión... _ dijo con tono triste. 

_¿Una decisión? _ Pregunté sintiendo la tristeza de nuevo dentro de mi.

_Sí, decidiré si lo mejor es tener el bebé o no.

No podía negar que la conversación con Elisabeth me había hecho sentir una sorpresa y emoción inesperadas, pero tras dejar claro que tenía dudas sobre si seguir adelante con el embarazo o no, aquella realidad me había dejado destrozado de nuevo. Yo tenía claro que deseaba tener un bebé, si estaba dispuesto a ser un buen padre y ayudar a Jennnyfer...¿Cómo no iba a estar feliz de tener un hijo de la única mujer que había amado?

_¿Cómo te encuentras Marco? ¿Todo bien en Irlanda?

Aquella cena de navidad era realmente la más desoladora que había vivido en mi vida, solamente erámos tres personas, mi  hermano Adriano, mi madre y yo, sentados en una enorme mesa y sin tener practicamente nada que decirnos. 

Adriano se había dado cuenta al descubrir que era medio hermano de Elisabeth, ya que mi padre y su madre habían tenido una relación oculta y pasional, que sus sensaciones durante toda mi vida de que mi madre no lo quería ni daba el mismo afecto que a sus otros dos hermanos, eran ciertas. Era normal que él apenas le hablase, se había alejado aún más de ella e incluso había llegado a detestarla. Mi  madre, en cambio, era una mujer que había sufrido al estar toda su vida al lado de mi padre, y se había convertido en un ser egocéntrico, solo preocupada en ella misma, y que a la vez arrastraba una enorme vergüenza y culpabilidad a sus espaldas.

_Bien, un par de meses más y  habré acabado el máster. 

_Oh, eso es genial.

Había un montón de comida sobre la mesa de madera; puré de patatas, chuletas de cordero, ensalada,  filetes rebozados,... y ningún de los tres apenas habíamos provado bocado. 

_Entonces enseguida estarás de vuelta.

En ese instante no pude evitar prestarle atención de nuevo. 

_¿Cómo?

_Claro, volver a Italia, con tu familia. 

Respiré profundamente, ¿Qué familia? ¿A qué se refería? Volver a Italia del sur, a Nápoles, a la m*****a ciudad caótica donde las falsas apariencias y rumores eran todo por lo que se calificaba a una persona.

_Pero mamá..._ dije de manera cruel y seria sin poder reprimirme. _ ¿No has pensado que quizás si me fui, es porque nunca quiero volver a vivir aquí?

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