Un Encuentro Inesperado de Deseo y Dolor

Los ojos de Lucrecia hicieron que sus manos fueran directos a su cabello y sus labios para imaginar el sabor, y comenzar a jugar un poco con su cabello, mientras que el joven, levanto las cejas, ella observaba el cabello del Joven escultural, se dio cuenta que su color de cabello era igual que el de ella, entonces ambos ojos se volvieron irresistibles, la manera en que se miran es como el imán de una nueva atracción.

La piel de ambos se eriza, es una conexión tremenda, no necesitan usar palabras para decirte

¨oye me das miedo, pero quisiera arrancarte la blusa, mujer prohibida” pensó en su mente  el joven solo de mirarla.

Lucrecia mordió lentamente su labio y le coquetea un momento.

Los pensamientos del joven elegantee  que no conoce a Lucrecia son básicamente entre suspiros, mientras sus ojos ardían de deseo.

“Que mujer tan bella, es una mujer bella con la quisiera casarme en mi vida, es una mujer con gran corazon  igual que yo, es perfecta, a puesto que yo le daría amor y placer, que su prometido”.

Los pensamientos de lucrecia mientras no dejaba de mover sus dedos entre su cabellarla entrelazados y larga son “No, rayos hoy me caso con Julio y estoy viendo a este galán, que esta guapo, esa mirada me mata, ¿cuándo Julio me vio de esa forma? ni cuando éramos novios, rayos, quisiera quitarle esa corbata, pero no puedo”. “lucrecia concéntrate no puedes enamorarte de él rubio rico”.

Lucrecia inhalo aire intentando no morir en el intento, sus palabras ni siquiera podían salir de su boca.

—Señorita aquí esta su vestido de boda sano y salvo —le dice el hombre sabroso mientras en su rostro se dibuja una sonrisa pícara.

—Qué bello quedo el vestido de boda, mil gracias, usted es bello, digo, el vestido quedo hermoso, —responde Lucrecia agarrando el vestido de boda, haciendo su primer contacto de roce de manos.

Lucrecia siente como la electricidad recorre su cuerpo de una manera rápida en dos por cuatro.

—La verdad es que es un vestido de boda muy hermoso, para que lo luzca esta tarde, según tengo entendido se casa hoy a las cinco de la tarde, debe estar muy exhausta —le dice el rubio pícaro, ella no sabe su nombre, pero quiere que él no se sienta abrumada.

—Ummmaa —dijo suspirando Lucrecia nerviosa mientras sus mejillas se vuelven rojas como las de un tomate.

Por un accidente se dio el roce de manos cuando ella agarro el vestido, sin querer, las manos de ambos se rosaron, hizo deslumbrar a la rubia en ese momento, y el brillo muy intenso del color de sus  ojos celestes, a ambos le palpita el corazón a mil por hora, sus ojos son como que, si fueran abiertos, una sensación recorre el cuerpo de ambos haciendo que se admiraran viéndose a los ojos, el rubio se queda parado y no se va, solo se quedó quieto, lo cual le pone muy nerviosa a la pobre y curisoa  Lucrecia.

Lucrecia no encontraba la forma de moverse en ninguna parte intento moverse nerviosa se quedó observándolo de una forma peculiar.

—¿Qué pasa? —Pregunta la rubia Lucrecia llevando un dedo a su boca, y soltando un suspiro contenido desde hace unos segundos atrás.

—Le falta pagar mil dólares por el vestido este dia, y si no los paga hoy no podrá ponérselo en la boda, asi son las reglas, no hay dinero completo, no hay vestido —responde el hombre con elegancia  con una sonrisa tentadora, que eso le distrajo a Lucrecia de alguna forma, ella siente que él joven la estaba abrumando.

—Ummmm —dijo Lucrecia admirando los ojos del joven, ella estaba mas concentrada en el cuerpo de él, que por la tormentosa respuesta que él le dio a ella.

—Pensé que su prometido ya había dejado ese dinero a la personas que nos atendió cuando Lucrecia se lo Probo por segunda vez —responde Lupe suspirando, la mirada de Lucrecia se aturdió, por lo que frunció el ceño de molestia.

—Él nos dijo que si ya estaba pagado el vestido de boda y resulta que no está pagado no entiendo —responde Raquel frunciendo el ceño.

Lucrecia se molesto tanto, ella no podia creer que su prometido no le hubiese pagado un vestido, teniendo tanto dinero y poder.

—Lo lamento en el tiquete dice que le falta pagar el vestido —dice el hombre  mirando a la esbelta Lucrecia de una forma especial.

—Voy a llamarle a mi prometido, y quiero que me explique que pasa, el me lo prometió, dijo que me ayudaría a pagarlo, en este momento estoy empezando amargarme —responde la rubia Lucrecia, apretando sus dientes, antes de que vaya a explotar.

—Lucrecia es un hermoso nombre, eres como un diamante de luz brillante —suelta el rubio esas palabras que ha tenido retenido desde hace pocos minutos.

—Tome asiento en mi sillón por favor mientras hablo con Julio para que me explique esto seriamente, llevare un poco de tiempo, no puede estar mucho tiempo usted parado, hágame el favor de tomar asiento en mi sillón —responde Lucrecia viéndole detenidamente evadiendo esas palabras que dijo el rubio con tanto sentimiento.

Lucrecia llama a su prometido Julio por el celular, las manos de ella están muy temblorosas, y ya no sabe que pensar.

El celular suena cuatro veces y Julio aun no atiende su llamada, ella decide esperar hasta que, en la sexta llamada, Julio contesta su celular.

Llamada telefónica.

—Hola —responde la voz de julio que se va directo al oído de la rubia enciendo su molestia.

—¿Qué haces, ya viste la hora que es? —Pregunta la rubia Lucrecia con voz triste.

—Juego con mis amigos y tuve que venir a contestar la llamada, y por tu culpa voy a perder puntos en el juego, tan bien que iba —le dice Julio con voz desinteresada.

—¿No te importo ni yo ni mis sentimientos ¿Verdad? —Pregunta Lucrecia con voz baja y triste.

—Si —lo dice con tanta inseguridad, haciendo que la rubia llore por dentro.

—Mentiroso de cuarta me dijiste que pagarías mi vestido de boda y resulta que debes mil dólares, de donde demonios lo sacare dime, estoy molesta, enojada contigo, es enserio ¿Qué más tengo que saber yo dime? —Pregunta la rubia Lucrecia con molestia, elevando la voz.

—Lo suspendí porque no nos casaremos, lo lamento, pero la verdad es que te puse el cuerno con tu mejor amiga hace cuatro meses una y otra vez, y resulta que ahora me confeso que tiene cuatro emanas de embarazo, no me casare contigo, y sabes que es lo peor que tendré que llegar para cancelar la boda, porque no se si la mujer realmente cancelo la boda nuestra, con nuestros nombres, no sé si se podrá —le responde Julio con serenidad.

—Te has vuelto loco de remate, cuando pensabas decirme esto a qué hora dime, sabes que no quiero saber nada de ti jamás en mi vida, por andar poniendo el cuerno con la dis que amiga mía, Rosa me la va a pagar, y muy caro, no hay boda, eres un inconsciente, perdí mis sueños, por tu culpa. Te detesto, mal nacido —responde la voz de Lucrecia desesperada y cuelga de golpe su celular, dejándole en la mesa pequeña redonda cerca del espejo, al escuchar el estruendo del móvil junto con la mesa redonda que es de vidrio todos voltearon a ver.

Lucrecia no puede creer esas palabras tan espantosas que sus oídos han escuchado, las lágrimas de ella rodean por todo su rostro estropeando su maquillaje, agarrando con dos manos su cabeza, llorando desesperadamente, arrodillándose en el piso, sin alma, el rubio mira como la pobre rubia Lucrecia está en el suelo llorando destrozada, lastimada con su corazón.

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