En ese momento...
La cara de Emilia palideció por un instante, pero enseguida volvió a la normalidad.
—Señor Kevin, ¿no deberíamos firmar el contrato primero? —se acercó y susurró.
Kevin: —¡Sí, sí, deberíamos firmar primero! Me despisté cuando vi a Salinas.
Diciendo esto, se disponía a regresar a su asiento, pero Fabiola lo detuvo: —Señor Kevin, ¿puedo hacer una petición?
Kevin: —Claro que puedes.
—Esta vez, solo has visto el trabajo del Subdirectora, ¿todavía no has visto el mío? ¿Puedes tomarte un poco de tiempo para ver mi diseño?
Kevin dudó: —Pero... Estoy muy satisfecho con el trabajo de Emilia, ¿realmente es necesario verlo?
Emilia escuchó esto y se sintió satisfecha: —¿Escuchaste eso? ¿Realmente es necesario? Fabiola, después de todo, he sido una diseñadora durante diez años. Compararme contigo sería avergonzarte a ti misma.
En este punto, muchas personas todavía apoyaban a Emilia.
—También creo que no es necesario perder tiempo. Hagamos que el señor Kevin firme el contrato de u