Cedro entró justo en ese momento, viendo a Emilio irse enojado, preguntó: —Abuelo, ¿qué le pasa?
El abuelo suspiró: —¿Hay alguna pista sobre el asunto de Joana?
—No, todas las cámaras de vigilancia del Hotel Santa Fe fueron destruidas.
El abuelo Sánchez: —¿Quién podría ser, tan audaz, para hacerle esto a la hija de la familia Herrera?
Cedro frunció el ceño, dio unos pasos y bajó la voz: —Abuelo, creo que es muy probable que haya sido el esposo de Fabiola. La situación en el Hotel Santa Fe esta vez es la misma que cuando lo investigué antes: las cámaras destruidas, testigos desapareciendo misteriosamente. Pero si realmente fue él, su identidad no debe ser simple.
El abuelo Sánchez, apoyándose en su bastón, se levantó: —Quien se atreva a actuar contra la familia Herrera, debe tener más poder que ellos, y dentro de Listenbourg...
De repente, el abuelo Sánchez se detuvo.
Cedro esperó un momento antes de hablar: —¿Abuelo?
El abuelo Sánchez, con la mirada turbia volviéndose clara, dijo: —¿Có