Mientras tanto, del lado de Andre, este miraba a varios guardias arrodillados ante él. La ira en sus ojos era evidente.
“¿Qué dijiste?”.
Su voz era grave y fría.
En la frente de los guardias se formó un sudor frío. Uno de ellos se armó de valor y contestó: “Jin Fengchen está llevando a Jiang Sese a hacer turismo, y los hombres de Kleist están con ellos. No podemos acercarnos a ella”.
Durante los dos últimos días, estuvieron intentando cumplir las órdenes de Andre y tratando de acercarse a Jiang Sese.
Sin embargo, los subordinados de Kleist estaban acompañando a Jiang Sese y a su marido. No podían actuar.
Andre estaba furioso, así que arremetió con el pie y los regañó enfadado: “¡Inútiles!”.
Andre no quiso oír más excusas y le dio otra patada. “¡Si no me traes a Jiang Sese, puedes recibir el mismo castigo del mayordomo!”.
Tras escupir estas palabras, entró enfadado en el estudio. Reprimió su ira durante un rato, luego sacó su teléfono móvil y marcó un número.
La llamada se cone