Cuando Li Xi se levantó temprano a la mañana siguiente, Jiang Cheng ya se fue.

Miró las píldoras blancas colocadas en la cabecera de su cama, y las comisuras de sus labios comenzaron a curvarse hacia arriba.

'Jiang Sese, Jin Fengchen, pronto probarán un destino más terrible que la muerte...’.

'Tu hijo tendrá que vivir una larga vida', pensó amargamente en su corazón.

De repente, tuvo una idea y se levantó de buen humor para vestirse.

Llamó al chófer y se dirigió al jardín de niños.

“¿Puedo ayudarla?”. El guardia de seguridad vio una cara desconocida y la detuvo.

Li Xi le sonrió amablemente. “Me llamo Li Xi y vengo a ver a la directora. Llamé con antelación”.

Al cabo de un rato, la directora salió y la saludó. “Señorita Li”.

Después de hablar, giró la cabeza y asintió al guardia de seguridad. Luego, le hizo un gesto a Li Xi: “Señorita Li, por favor, acompáñeme”.

De camino al despacho de la directora, Li Xi parecía muy interesada y miraba a su alrededor con atención.

La direc