Al entrar a casa, no dejaba de pensar en aquel beso, la escena se repetía una y otra y otra vez en mi cabeza. Aún podía sentir sus suaves labios sobre los míos, sus manos sobre mi cintura y el delicioso aroma de su perfume que inundaba mis fosas nasales.
Todo marchaba bien entré Harry y yo, tan bien que no creía que esto sea real. Cruzaba los dedos para que de ahora en adelante las cosas vayan bien.
— Summer, ¿dónde estabas? — preguntó Charlotte sacándome de mis pensamientos — No hay nadie en casa y me muero de hambre — se quejó.
—¿Por qué no te preparaste algo? — ignoré su pregunta y me dirigí a la cocina — No me digas, ¿eres tan inútil como para prepararte algo de comer? — bromeé.
—Recuerda que la última vez que intente prepararme pan tostado casi incendio mi casa— tomó asiento en uno de los taburetes que había frente a la barra de desayuno — ¿Serias tan gentil y prepararme algo de comer? — sonrió.
—No lo haré yo sola, tú me ayudarás.
Harry
Apenas Summer cruzó por mi puerta, agarré