Aquellas idea rondó la cabeza de Karim durante una hora entera, pero en el fondo sabía que no iba hacerlo. No podía obligarla a permanecer a su lado en contra de su voluntad, pues lo que más amaba de ella era su espíritu libre, y no tenía valor para cortar su alas y menos por egoísmo.
Karim se levantó, fue al baño para echarse agua fría y así despejarse un poco. Después levantó a Rania en sus brazos para llevarla a habitación.
En la cama se sintió tentado a dormir a su lado, y no se resistió a ese deseo. Rania se acurrucó todavía dormida en su pecho y él inhaló su perfume, suspirando profundamente, para después maldecirse por ello ya que eso desperto su deseo.
Rania solo llevaba puesto un vestido rojo de tirantes y él no pudo evitar acariciarla, sintiendo que sería la última vez. Con esa justificación, con la mente nublada por el alcohol y el dolor que sentía en su corazón, comenzó a recorrer su cuerpo con las manos.
Se quitó la camisa y repartió besos por todo su cuerpo, baj