Capítulo 20. Trauma
El resto del día transcurrió con tranquilidad. Cada uno se ocupó de sus obligaciones, intentando concentrarse, pero, inevitablemente, tanto Marco como Ámbar fueron a descargarse en sus respectivos "cable a tierra": el ejercicio y la danza.
Él pudo escuchar la música que provenía del salón pero, esta vez, se contuvo de ir a espiar, concentrándose lo mejor que pudo en sus rutinas de pesas. Cuando ya estaba completamente agotado, fue a bañarse, subió a su habitación, se vistió y llamó a la cocina para pedir la cena y que le avisaran a Ámbar para que bajara al comedor.
Ella había puesto esta vez una música más intensa, necesitaba sacudirse a un ritmo agitado y fuerte. Se movió con potencia, con saltos y giros hasta que sus pies y sus brazos se cansaron hasta casi el entumecimiento, hasta que se sintió atravesada por la euforia de la oxitocina y sus pensamientos se aclaraban levemente.
Se dio un largo baño en su habitación, hasta que el agua se enfrió casi completamente.
Esta vez, ya espe