CAPITULO 56 : AMEALCO II.
La comida había estado deliciosa; Axel estaba muy impresionado por toda esa comida muy rica, además de la hospitalidad de la familia de Alicia.
—Tía, te ayudaré a lavar todo.
—No. Hija, eres mi invitada; ve a caminar un rato con tu novio.
—Bue... no, está bien, tía, gracias.
Alicia aceptó, sabiendo que insistir en ayudarla sería inútil, recordando que la terquedad que a ella le caracterizaba la había heredado de esa parte de la familia.
Axel, junto a Alicia, caminaron por un largo rato alrededor de la hacienda.
—¿Te gustó la comida?
—Me encantó.
Contestó Axel feliz, aunque Alicia pudo notar cansancio en él.
—Te veo un poco cansado; volvamos a la casa a descansar.
—Sí. Manejar me cansa un poco; ha sido un día pesado.
—Vamos.
Alicia y Axel regresaron a la casa donde estaban sus tíos junto a sus hijas. Axel agradeció por las atenciones y les deseó buenas noches, junto a Alicia.
Ambos subían las escaleras cuando su prima Susana la tomó de la mano, deteniéndola.
—Prima, ¿podemos platicar un