HOSPITAL. —Dime mamá. —Buenos días hijo, ¿ya llegó Evaluna? —No, me llamó, ya viene en camino. —Sabes que no estoy de acuerdo con lo que vas hacer, pero eres igual a tu padre cuando se empeñan en algo nada ni nadie los hace cambiar de opinión. —Mamá ya lo hablamos, es lo mejor para ella. —Si, si, ya te escuché, pero tengo confianza en Dios que él va a tomar el control de la situación, ustedes se aman, tiene que haber una solución para todo esto, además vas a destrozar a esa muchachita, dime lo qué piensas decirle. —No sé mamá algo se me ocurrirá. —Si sabes, pero no me quieres decir, hijo cuando hables con ella deja una abertura para que ese amor vuelva a retomarse, por muy pequeña que sea, por allí se van a volver a colar sus sentimientos, yo lo sé, mi amor de madre me dice que ella es la mujer para ti, por favor no la dejes ir del todo, sé cuidadoso con tus palabras. Después que hables con ella, me llamas para ir al hospital, no me qu
HOSPITAL. —Buenos días mi amor, ¿cómo te sientes?, ¿dormiste bien? —Si me siento bien. Me acerco a la cama para darle un beso en los labios como estamos acostumbrados a saludarnos, pero un ligero movimiento de su rostro me hizo entender que no quería ser besado, eso me inquietó un poco, una bandera roja se dibujó en mi cerebro, sacudí mi cabeza como para no darle importancia a su gesto. No pasa nada Evaluna, todo es imaginación tuya. —Evaluna, por favor siéntate necesito hablar contigo. No, no, no, ese tono no me gusta, algo está pasando. de nuevo se encendió la luz roja. —¿Qué pasa amor? Te noto extraño. —Por favor, quiero que escuches sin interrumpirme, ¿lo prometes? —Está bien, habla de una buena vez, ya me estás inquietando, no me gusta tu tono de voz, no me gusta tu expresión, no me gus… —¿Evaluna te quieres callar?, te pedí que no me interrumpieras. —Okey, me callo. —Evaluna, amor, esto lo he pensado m
APARTAMENTO DE ÉDGAR MIGUEL. —Evaluna no acepto un no, tú te quedas conmigo, además tenemos tiempo que no compartimos el mismo techo, así que vas a pasar unos días conmigo, si quieres vamos a tu apartamento a buscar ropa yo te acompaño. Me quedo viendo a mi amigo y él de inmediato me extiende sus brazos, yo me cobijo en ellos. —Llora amiga, no te detengas, sé que lo quieres hacer. Allí en sus brazos lloré como una niña, Édgar Miguel pacientemente esperó que yo me calmara. —Amigo, él aún ama a Julia. —¿Por qué lo dices? —Fue muy claro conmigo, estaba dolido porque Julia estaba pasando trabajo por su culpa, no le importó que ella le disparó, sólo está preocupado por ella. Me dijo que él tenía la culpa de todo, por eso teníamos que terminar, sabes lo que pienso, que él nunca me quiso, yo solo fui el instrumento para él olvidarse de Julia, pero no lo consiguió por eso decidió romper conmigo. Amigo, sólo sirvo para esto, para que me utilice
MADRID: HOSPITAL. —Buenas noches Édgar Miguel. —Hola Juan Carlos, ¿Cómo te sientes? ¿Aún estás en el hospital? —Si. —¡Caramba!, ya ha pasado mucho tiempo, es hora que te den el alta. —Creo que dentro de poco me voy. —Ya deberías estar en tu casa, a menos que te hayas complicado, ¿te sientes bien? —Sí amigo yo estoy bien, Édgar hablame de Evaluna. —Bueno vas a seguir con eso, no quedaste con ella en seguir cada uno con su vida. —Sí lo sé, pero no puedo, necesito saber, ¿qué hace?, ¿dónde está?, ¿con quién anda? —¿Para qué? Con eso lo que consigues es torturarte. —No importa, pero necesito saber. —Está bien, te lo voy a decir, pero no te va a gustar. —Habla. —Gael fue a visitarla. —¿Ella no está en tu apartamento? —No, ella durmió solo una noche conmigo, después se fue para su apartamento. —¡Maldita sea! ¿Gael a qué fue? —No lo sé, no me quiso decir nada, ella está muy extraña, me dijo que aho
CASA DE LOS OLIVEIRA. Ahora con que cara veo a Evaluna, ese hombre no sólo la engañó a ella, también me engañó a mí, como pudo, es un desalmado, no tiene corazón, no merece ser padre, bueno por lo que escuché el no quiere a ese niño, siempre estuvo persiguiendo nuestra fortuna, con razón tanto despego, no le importó si Evaluna lo dejaba solo por tanto tiempo, claro eso le daba oportunidad para él divertirse con sus amantes, porque estoy segura que tenía varias amantes resta saber si tiene hijos regados por allí. De seguro sus padres sabían esto y los muy hipócritas me decían que estaban sumamente preocupados por su hijo, vivía en una tristeza desde que Evaluna canceló la boda, pero ellos no se van a reír de nosotros, ya verán. —Luciana qué haces en esta sala en penumbras y ya veo que estás tomando, ¿quieres que te acompañe? —Hola amor, ven abrázame, necesito un abrazo tuyo. —¿Qué te pasa amor? ¿Te sientes mal? —Pasa que soy una estúpida señora
APARTAMENTO DE EVALUNA. —Buenos días hija. —¡Mamá!, ¡qué sorpresa! no esperaba tu visita, buenos días, pasa adelante. La mujer que entró a mi apartamento, no era la misma de días anteriores, noto en ella una tristeza en su cara, no sé si son imaginaciones mía, pero la veo un poco más envejecida, su mirada está perdida, al entrar me da un abrazo y un beso en mi mejilla, ¿desde cuándo mi mamá no me daba un beso?, no lo sé, pero la sentí sincera, me gustó la calidez de su abrazo, hacía mucho tiempo que no la sentía como mi madre. Tratando de calmar mis nervios productos por la emoción del momento, le pregunto: —¿ Quieres un café, o prefieres un té? Tengo un té que estoy segura te va a gustar. —Me gustaría ese té, yo te ayudo. Preparamos el té y nos sentamos en la terraza del apartamento a tomarnos el té. —Me gusta este lugar, acá se respira la brisa de la mañana, se siente muy bien aspirando el aroma y mirando los autos y las personas que tran
MADRID. HOSPITAL. —Ya estoy cansado de tanto estar tirado en esta cama, al parecer Julia resultó más inteligente de lo que nosotros pensábamos, Juan Carlos tienes que calmarte todo esto es por Evaluna, está pesadilla tiene que terminar. Mejor me pongo a mirar la Tv, así me corre más rápido el día. —Buenos días, - se trata de una enfermera, que está entrando a la habitación. —Buenos días, viene a colocarme el tratamiento, hace poco vino una enfermera y me lo colocó . —No vine a eso, vine a llevarte conmigo. —Se retira el cubrebocas y veo lo que tanto he esperado desde que llegué a Madrid. —Julia, ¿qué haces aquí, cómo entraste? —Por la puerta amor, por la puerta, soy la enfermera de turno y vine a llevarte para que te hagan unos exámenes. —Julia, ¿cómo vamos a salir de aquí? recuerda que te andan buscando. A medida que hablaba con ella, toqué el botón en mi celular, el que daba directamente con la policía. —Amor ya
CUBARÁ. —Doctorcita. —Dime mi niña. —Le traje una naranja de regalo. —¡Qué rico! Gracias mi niña hermosa. —Están dulcitas, cuando estoy triste mi mamá me da una naranja para que se me quite la tristeza, no me gusta verla así, tiene que comerse la naranja usted verá cómo se aleja la tristeza de su cara. —Mi bebé yo no estoy triste lo que pasa es que me duele un poco la cabeza, pero me voy a comer tu naranja. —Yo quiero que usted vuelva a sonreír. —Gracias ya verás como voy a volver a sonreír. La niña se retiró y Naran me tomó del brazo. —Ven, vamos a caminar un rato, necesitas descansar, desde que llegaste al pueblo solo te has dedicado a trabajar, todos, hasta los niños se han dado cuenta que estás triste. —¿Se nota mucho? —Claro, esa cara que tienes ahora, no es la misma cara de la doctora que todos conocemos. —Tienes razón, los niños no tienen porque estar tristes por mi culpa. —Dime, ¿qué piensas hacer?