Lucy
Me remuevo un poco y siento que mi cabeza va a estallar. Llevo mis manos a mi cabeza y me estremezco cuando me tocan la cara.
—Linda. Mírame, cariño. —Abro mis ojos un poco y me quejo por la luz blanca que quema mis ojos—. Gracias al cielo despiertas.
—¿Qué paso? —mi voz sale rasposa como la última vez y llevo mis manos a la garganta.
Los recuerdos me abruman, me golpean con tanta fuerza que duele, y bajo mi cabeza para no mirarlo. Ese idiota me volvió a tocar y, una vez más, no logré impedirlo.
—Mírame, Luisiana. —Busca mi mirada, pero le rehúyo. ¿Cómo puede querer o interesarse en alguien como yo? —. Luisiana. Ya no tienes nada de qué preocuparte o temer. Lo atraparon y nos encargaremos de que allí se quede. ¿Est&a