Capítulo 33— Sellemos el trato

Narrador

—No sé a qué te refieres Herodes... Será mejor que salga de aquí.

Soltando en un siseo, Bárbara empezó a caminar para salir del amplio comedor rumbo a su habitación. No podía hacerlo, no podía admitir que él le gustaba tanto como a ella a él, no podía admitir que estaba tan loca por él como para hacer a un lado el odio que debía sentir al momento de entregársele. Hacerlo sería ir en contra de ella misma, de sus principios, y eso, ni pensarlo.

Subiendo por las escaleras de prisa con destino a su habitación, Bárbara pensó que se libraría de Herodes, y siguiéndola también, una vez llegó, pasó la mano por su cabeza un par de veces tratando de ordenar sus pensamientos.

—Herodes no me puede gustar tanto —murmuró para sí misma en un intento de convencerse, pero justo en ese instante, Herodes entró detrás de ella.

—¿Por qué siempre corres? ¿Por qué me evitas? ¿No será que te cuesta admitir que en verdad sientes lo mismo que yo?

Bufando enseguida, Bárbar