Tohbías
Mis ojos aunque ya no la ven directamente, no dejan de proyectar su deliciosa imágen a mi mente una y otra jodida vez, sus firmes tetas redondas, su cabello rojo caído hasta su cintura lleno de rizos grandes, sus labios rojizos debido a nuestros besos, y en sus ojos se reflejaba ese deseo por mí y que corría todo su cuerpo, como malditas corrientes que llegaban directamente hasta mi entrepierna.
¡Maldición!
Acabo de meter la pata bien metida hasta el fondo, jamás pensé que fuesemos a acabar cogiendo de esa forma. Aunque yo lo llame coger, mi interior expresa a gritos su descontento pues sabe que fue algo más que coger. Me perdí en cada curva, cada poro, cada lunar, cada beso y cada sonoro y jodidamente placentero gemido salido de su boca.
¡Esa mujer tiene demasiado poder sobre mi cuerpo!
Quiero no llegar a pensar que cuando se desnuda ante mí, tiene incluso más poder que yo mismo. Irónicamente es como estar completamente ebrio, te vuelves aún más sensible a todo y no estás e