—Yo tampoco lo sé ahora mismo, pregúntale tú —Laura se acomodaba la ropa mientras estiraba la mano para agarrar sus zapatos.
Santiago se adelantó, tomó los zapatos y se arrodilló para colocarlos junto a sus pies. —Levanta el pie, póntelos.
Samuel era un niño con mucha personalidad; si no quería hablar, no habría manera de sacarle información.
—Me voy. Si no regreso tarde, será porque la situación de Patricia es complicada. No me esperes, acuesta a nuestro hijo temprano —con la ayuda de Santiago, Laura se puso los zapatos mientras le daba indicaciones.
Santiago se levantó, con sus amables ojos fijos en ella y una sonrisa tierna en los labios. —Bien, entendido. Ten cuidado.
Laura lo agarró de la ropa, se puso de puntillas y le dio un rápido beso en los labios. —¡Recordaré todo lo que me has dicho!
Cada vez que salía, Santiago la llenaba de recomendaciones.
Realmente la trataba como a una niña.
Pero se sentía reconfortante.
Tener a alguien que se preocupa constantemente por ti da una sens