Laura se tambaleó.
Patricia la sostuvo con fuerza.
—Laura, ¿estás bien?
Laura le sonrió levemente y respondió —Doctor, haré lo posible por conseguir el medicamento. Ahora iré a ver a mi abuela.
Se marchó con Patricia.
El doctor observó su partida, suspirando profundamente.
Ella sabía que gastar dinero solo mantendría con vida a su abuela temporalmente, pero se negaba de manera obstinada a dejarla ir, ¡viviendo con tanto sufrimiento sin razón aparente!
El doctor no sabía que Laura no solo quería mantener viva a su abuela, sino además preservar su única familia.
Si su abuela fallecía, no tendría hogar.
Estaría completamente sola, algo aún más triste todavía.
En la habitación, su abuela yacía inconsciente, conectada a múltiples tubos.
En estos años, su salud había empeorado tanto que solo quedaban piel y huesos.
Laura, de pie junto a la cama, tenía los ojos enrojecidos.
Patricia la abrazó, consolándola suavemente —Laura, háblale a tu abuela, ¡te esperaré afuera!
Laura obedeció y se sentó