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Antes de que los chicos se dieran por vencidos y optaran por retirarse, escucharon la mejor respuesta de la noche. — Por supuesto que sí pueden acompañarnos caballeros. —Volvió a decir la primera chica, mientras que la otra joven la voltea a ver con una mirada asesina, pero su amiga no le hizo caso y de inmediato tomó de la mano a Alberto y lo haló hasta la pista de baile, mientras que José Luis se quedó de pie frente a la chica tímida.

— ¿Bailamos?. —Le consultó un poco temeroso de que ella le diga que no y lo deje en total vergüenza.

— Claro, por qué no, si aquí he venido para divertirme-. —Dijo ella con una sonrisa.

— Madre mía, pero qué lindo sonríe esta mujer que hasta a mí me contagió. —Pensó en su mente. —La tomó de la mano y se fueron para la pista de baile a mover el esqueleto por un rato.

— ¿Cómo te llamas? —Quiso saber el apuesto hombre, acercándose a su oído cuando ya llevaban un rato bailando una canción pegajosa.

— Me llamo Clara Isabel.

— ¡Guao!, que bonito nombre igual que quien lo porta-. —Ella se ruborizó y se puso nerviosa cuando se lo dijo.

Se ve tan hermosa así, lástima que mi objetivo no es dejarme conquistar por ella, porque con esa sonrisa de ángel cualquiera se enamora. Pero eso no sucederá conmigo, su belleza no tendrá ningún efecto en mí. —comenta para sí mismo.

— Gracias por el halago. ¿Y tú cómo te llamas? —Le preguntó ella.

El hombre deseaba cambiar su nombre para que no supiera cómo se llama en realidad, pero mejor optó por la verdad total, ella ni siquiera tiene la mínima idea de quién puede ser ese hombre.

— Es un gusto para mí conocerte, Clara Isabel, yo me llamo José Luis. —Se presentó también.

La música seguía sonando y la plática era muy amena, pero su compañera de baile ya no podía seguir bailando porque dijo que uno de sus zapatos le andaba molestando, él como todo un hombre entendido en la materia volteó a verle los pies.

— Vaya, con razón no aguantas muchacha, si es que andas unos zapatos de tacón muy alto y a simple vista se nota lo incómodo que son. — Siempre me he preguntado ¿Cómo es que las mujeres aguantan andar caminando o estar por mucho tiempo de pie cuando usan zapatos de ese tamaño de altura? —Le comentó cuando por fin decidieron irse a sentar. Ella sonrió por la ternura que él demuestra hacia ella.

— Ser mujer conlleva un gran sacrificio, yo ya estoy dada a usar este tipo de calzado, pero este par es primera vez que me lo pongo y tal parece que me han hecho una ampolla en mi dedito. —Le respondió la chica al quitar el zapato y sobar su dedo meñique que ya está de color rojo.

— Eres muy hermosa, Clara Isabel. Me imagino que muchas personas, incluyendo de tu mismo género, te lo han dicho. —Soltó de golpe.

— Uf, las cosas que tengo que decir solo para poder ganarme su confianza. —Pensó en su mente.

— Gracias, tú también no estás nada mal.

— ¡Genial!, ya lo estoy logrando. — Oye, crees que podemos seguir en contacto, es decir, como amigos para que podamos salir a las fiestas juntos-. —Le consultó ya cuando estaba por marcharse con su amiga y otro chavo.

— Claro, anota mi número de teléfono. —Le respondió ella muy emocionada, el chico de inmediato sacó el celular de la bolsa del pantalón y lo anotó cuando ella se lo dictó.

— ¡Ay chiquilla!, no te imaginas a quien le has dado tu número de teléfono, ¡Sé que un día te vas a arrepentir de haberlo hecho! —exclamó en secreto.

Clara Isabel se considera una persona muy amable, romántica y sobre todo divertida. Vive sola en un apartamento que adquirió con el dinero que su padre tenía ahorrado y que después de su muerte pasó a manos de ella.

Trabaja a medio tiempo en una joyería porque aún está estudiando y la situación la obliga a hacerlo. Está muy contenta por el chico que conoció anoche en la fiesta, ya que le parece bastante atractivo y que de inmediato llamó toda su atención y para suerte suya, él la invitó a bailar y al finalizar la fiesta, el chavo le pidió su número de teléfono para que sigan teniendo comunicación, y ella con todo el gusto del mundo se lo dio con la esperanza de que él no le haya mentido y en verdad le llame porque ya ha quedado muy interesada en él.

Hoy es domingo, por lo tanto, Clara Isabel tiene el día libre y le toca hacer el aseo general en el apartamento, todos los domingos los dedica a eso porque en los días de semana no le queda tiempo, ya que por la mañana asiste a la universidad y en la jornada de la tarde se la pasa en su lugar de trabajo.

Clara Isabel actualmente está estudiando ingeniería informática en una universidad pública de la zona, su padre era catedrático en esta rama y quizá por eso es que a ella también le apasiona y la eligió.

Como en su apartamento vive sola y nunca nadie la viene a visitar aparte de su amiga Yeni, pues aprovechando su día de descanso se pasea en ropa de dormir aún, para andar más cómoda.

Su celular recibe un mensaje de texto y ella corre a leerlo para ver quién es, ya que está esperando a que aquel desconocido le escriba.

— ¿Cómo está la chica de los zapatos de tacón incómodos?-. —Ella sonríe y da saltitos de la emoción porque sabe que es el mensaje de quién estaba esperando.

— Hola, estoy bien gracias a Dios. — ¿Y tú? — Le responde a su pregunta, pero espera que pasen unos minutos para que no note que estaba esperando con ansias que le escribiera o que le llamara.

— Pues yo aquí deseando volver a verte para que charlemos y me cuentes todo sobre ti.

— Para mí, será un honor charlar contigo.

— ¿Qué te parece si te invito a cenar, esta noche?

— Bueno, la verdad es que tengo que estudiar porque mañana voy a un examen en la universidad, pero está bien te voy a aceptar la invitación.

— Bien, si me das la dirección de tu casa, yo paso por ti.

— No, mejor me iré en un taxi para evitar que te molestes en venir hasta aquí por mí.

— Pero que dices guapa, para mí no es ninguna molestia hacerlo. Pero si tú lo quieres así, pues no te voy a obligar. Guarda mi número de teléfono para que me llames si llegas primero que mi.

La chica se puso muy contenta porque el chavo guapo, le ha invitado a salir. Se apresuró a terminar los quehaceres de la casa, cuando hubo terminado, tomó sus libros y se sentó en el sofá a estudiar un poco, luego se dio un baño y se colocó un vestido color verde menta y lo combinó con unas sandalias negras, tomó un taxi y le dio al conductor el nombre del restaurante al que iba y que minutos antes se lo ha enviado el chico mediante un mensaje de texto.

Esa noche hablaron muy poco, porque Clara Isabel, tenía que regresar temprano a su apartamento para seguir repasando el contenido para el examen del día siguiente. Pero ambos disfrutaron de la velada, aunque quién más disfrutó fue la chica, porque el chico lo único que tenía en mente era su plan de venganza.

El chico se ofreció a traerla a su lugar y ella aceptó que lo hiciera, pues a esa hora le daba temor viajar sola en un taxi. José Luis llegó a su enorme casa después de haber dejado en su apartamento a la joven, se sirvió un trago de vodka y brindó en su soledad.

— Así se hace José Luis, vas muy bien, ya que estás logrando lo que te has propuesto con esa chica. —Se dijo el joven en su mente, por el hecho de que como nadie más que él sabe los planes que tiene para con esa chica, entonces a nadie le puede contar cómo le ha ido en su primera cita con la recién conocida.

Pasó una semana y todos los días él le enviaba mensajes de texto a ella o le hacía videollamada, pero solo por las noches porque en el día ella no puede hablar porque está en el trabajo o en la universidad.

Hasta el momento él no le ha querido decir en realidad en dónde trabaja y cuál es su verdadero estatus económico, sabe que ella sospechará sobre su familia si se entera de que él es el dueño de las empresas "Exportadora del Atlántico"

Cuando la chica le preguntó a qué se dedica, él le dijo que es el asistente personal de un señor que es super millonario y como gana bastante dinero y está soltero, entonces se da toda la clase de lujos que él quiere, y la chica como es tan ingenua le creyó.

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