El sonido de mis pasos contra la acera era lo único que lograba escuchar con claridad.
El mundo alrededor seguía su curso habitual: bocinas, conversaciones, el murmullo constante de la ciudad que nunca se detenía. Pero dentro de mí, todo estaba en silencio. Un silencio denso. Preciso. Como el que precede una tormenta.
Caminé sin rumbo fijo durante casi veinte minutos después de que Victoria se fue. La dirección que me había dado no estaba lejos de mi apartamento, pero sentí que necesitaba moverme, sacudirme el veneno que me había dejado con sus palabras.
*"Tú aún puedes influir en Ivy."*
¿Qué demonios significaba eso exactamente?
Me detuve frente a una librería cerrada. El reflejo en el vidrio me devolvió una imagen que no reconocí de inmediato. Estaba más pálido, más tenso. Había una rigidez en mis hombros que no era usual. Era el efecto Victoria, por supuesto. Pero no solo eso. Era el efecto de ver, con absoluta claridad, que algo se estaba gestando… y que yo no tenía idea de cuán p