Las grandes puertas dobles se abrieron con gracia silenciosa, y el aire en la lujosa sala de estar cambió. Ava se giró mientras el sonido de pasos que se acercaban resonaba contra los pisos de mármol. Un hombre alto de unos cincuenta años entró primero, de hombros anchos con una presencia que exigía atención. Sus rasgos eran cincelados, serios y familiares en los ángulos agudos que compartía con Damien.
A su lado había una mujer llamativa, elegante en todos los sentidos, su postura compuesta y sonrisa elegante, aunque algo en sus ojos se sentía un poco demasiado pulido, como si siempre estuviera actuando. Caminó con equilibrio practicado, cada paso medido, no cálido, pero tampoco antipático.
Algunos miembros del personal estaban detrás de ellos, observando de cerca pero en silencio.
Damien se paró al lado de Ava, ajustando ligeramente su puño, luego colocó una mano en la parte baja de su espalda. "Padre", dijo fríamente. "Esta es Ava Morgan. Mi prometida".
Hubo un latido de quietud.
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