Ey! — dijo enojado y levantándose de la cama — ¡que yo tengo educación!
Si, claro — dijo ella volviéndose hacia el armario — ¿Qué vas a ponerte?
¡Nada extraordinario…
¡NADA EXTRAORDIANARIO! — chilló
¿Tienes esa necesidad de gritar cuando te pones nerviosa?
¡NO! Pero no sabes como me pone de los nervios tu actitud tan… tan… tan…
No tengo que darle explicaciones a nadie — se acerco y la abrazó — y tu menos…
No sabes cuanto te odio — él se puso serio.
Lo sé — se alejó para ir hacia el baño a afeitarse. Eleanor sintió que una piedra de una tonelada se ubicaba en el estómago. Se acercó a la puerta del baño. El ya se había puesto la espuma y comenzaba pasar la maquinilla de afeitar.
Carlisle… — él la miró a través del espejo — no… no sé qué ponerme — él sonrió, pero sus ojos seguían igual de oscuros.
Estamos en una zona tropical… ponte algo liviano, suave y de colores vistosos… ella asintió y sin poder decir “lo siento, no te odio, te amo,” salió del baño para vestirse.
La fiesta