Chiquilla Maleducada

MATHÍAS BLANCO

Sostengo la bebida y miro a mi alrededor sintiéndome ajeno a éste lugar donde todos están felices, pero mis pensamientos están en mi esposa, si habrá llegado a casa. No me mandó ni un solo mensaje porque no llegué aún a dormir y ya pasa la medianoche.

-Yo no se para que aceptaste venir si lo harías así. Bro, parece que estuvieras en un funeral- Christopher me reclama y aunque le busca diversión a su comentario y hasta ríe, se que está molesto

-Tienes razón, debí quedarme en casa y esperar a Zoe. Seguro llega muy cansada de trabajar- Dejé el vaso que estaba por la mitad e hice el intento de irme

-¿Y si no llegó aún? Hace mucho que no sales, disfruta una vez, además no estás engañándola con nadie, solo viniste a un cumpleaños- Reclama y tiene razón, así que desecho el deseo de irme y vuelvo a tomar mi bebida

Christopher habla con varias personas y hasta baila con algunas amigas de Azul, pero yo solo me quedo de pie mirando.

-¿Quieres bailar?- una chiquilla que no aparenta tener veinte años me invita sin pena, ¿No es el hombre quien toma la iniciativa?

-No, gracias niña, soy un hombre casado- Ante su mirada penetrante le confieso mi situación sentimental, no necesito ni quiero una enamorada varios años menor.

-¿Niña? Además no estaba proponiéndote nada sexual, no me interesa que estés casado. Solo era bailar, las chicas apostaron que aceptarías pero yo dije que no y acabo de ganar. Ni creas que me interesas, me gustan los hombres que saben divertirse y tú no encajas en ese perfil- Se dió la vuelta y yo contuve la rabia, ¿De verdad malinterpreté todo? ¡Que idiota! Quedé como un estúpido, aunque ella fue una maleducada.

Un poco más tarde bailé con Azul, no podía rechazarla y además era una balada lo único que podía bailar con su vientre tan crecido.

-Ya conociste a mi mejor amiga- Me mira y ríe con diversión absoluta

-¿Quién?- No entiendo de quien habla, me he alejado tanto de la gente desde que me casé que tiene sentido no saber nada

-A la rubia de vestido negro, ella es Ariadna Falconi, quien te invitó a bailar- Es una chica muy linda sin modales quien baila con uno y otro, hasta con Christopher está tonteando

-Si, la conocí pero le dije que soy casado- Azul suelta una carcajada que atrae la atención de quienes están a nuestro alrededor

-No le interesas, puedo jurártelo y entiendo por qué se molestó tanto. Cumplió una apuesta, eres el más amargado de la fiesta, disculpa que te lo diga- Me contuve de decirle algo pero solo me confirma que estoy fuera de lugar aquí. Antes me habría divertido y hablado con una bella mujer para probar suerte tal vez, ahora no quiero dañar mi matrimonio ni hacer cosas buenas que puedan parecer malas, eso incluye bailar con una rubia sexy que parece apenas cumplir la mayoría de edad

Me despido de Azul y de Christopher para dirigirme a la salida creyendo que tal vez no debí venir. Allí es cuando choco con esa chica rubia por distraído y casi la hago caer al suelo pero alcanzo a tomarla de la cintura.

-Torpe- Reclama ofendida soltándose de mi y vuelve a perder el equilibrio por lo que la sostengo otra vez creyendo que bebió de más

-No debiste beber tanto, no puedes sostenerte- Le digo y ella niega enojada

-¡Eres un idiota! Por tu empujón se quebró mi tacón- Se suelta abruptamente y se agacha para quitarse el zapato que me muestra enojada

-Lo siento, yo de verdad pensé que estabas ebria, puedo pagártelos solo hazme llegar la factura- Intento solucionar el problema pero aún está ofendida

-Me quedaré toda la noche sin zapatos por tu culpa y claro que pagarás por ellos, me los compré para hoy solamente- Se aleja cojeando con un zapato puesto y el otro en su mano

Regreso a casa y me encuentro solo, sin novedades de mi esposa, creyendo que se le hizo demasiado tarde. Siento celos, claro que si, muchos celos y preocupación porque no se dónde puede estar... o con quien.

Me preparo un café y me siento a esperarla con el teléfono en la mano pero desisto cuando pasa una hora y ella no llega.

Por la mañana, casi a hora de almorzar llega finalmente luciendo impecable como siempre y la miro con reproche pero me ignora.

-¿Dónde estabas?- Mis celos no pueden disimularse ni su molestia tampoco

-Terminé de trabajar y me encontré con Charlotte, Perla y Abigail. Fuimos a un club y después pasamos la noche en casa de Perla, ¿Querías que condujera habiendo bebido? Podría haber tenido un accidente- Se molesta y se que tiene razón, ella trabaja demasiado y no tiene tiempo para divertirse nunca

-Perdóname mi vida, estaba un poco celoso y preocupado por ti. Se que no tienes tiempo para ti porque trabajas demasiado- Pongo mis brazos en su cintura y la atraigo a mi para besarla, hace ya por lo menos dos semanas que no tenemos relaciones y mi cuerpo la aclama

-Ahora no Mathías, solo piensas en sexo- Se aleja dejándome disgustado, va a nuestro cuarto y la sigo

-¿Solo pienso en sexo? Apenas si me permites tocarte y no me dejas hacer mucho cada vez que estamos juntos, ¿No te gusto o que es lo que está pasando?- Reclamo con desesperación queriendo saber si tal vez estoy fallando o si ella tiene otro hombre que haga lo que a mí no me permite hacerle

-No tengo los mismos deseos que tú, jamás los tuve y por eso ocurre poco, de todos modos más seguido de lo que yo quisiera solo para que estés feliz y lo saques de tu sistema por el siguiente mes o más- Hace una mueca de desagrado que me hiere profundamente pero intento disimularlo y para eso pongo distancia entre los dos, por lo que me dirijo a la cocina

Comemos juntos y luego miro una película que escogí para los dos, pero Zoe está enfrascada en su teléfono sin prestarle la mínima atención.

-Zoe, ¿Sabes de que trata al menos la película?- la miro con reproche

-De una desocupada y su perro, aburrida si me lo preguntas y no la miro porque no la escogí yo- Su tono desagradable está de vuelta junto al fastidio de tenerme tan cerca

-Aveces creo que jamás vas a amarme- Le dedico mi completa atención y me mira con furia

-No puedo amar al hombre con el que me obligaron a casarme. Intento que nos llevemos bien pero no quieres darme ni mi propio espacio, ¡Eres tan pesado! Me asfixias con tu cercanía- Jamás fue tan cruel y me siento aún más herido por su comentario pero no sé que más hacer para poder enamorarla

El lunes en la oficina me llegó una boleta para pagar de un par de zapatos que no eran costosos con una nota poco amigable, así que le di más dinero y devolví su ataque, "Cómprate unos de mejor calidad para que si tropiezas por beber no te rompas el tobillo".

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Así sin avances y con cada vez menos sexo llegamos a los tres años y medio. Yo queriendo acercarme y ella poniendo más distancia entre los dos, ya no sabía que más hacer.

En las reuniones sociales dónde debíamos asistir yo disfrutaba de grandes dosis de cariño provenientes a la cercanía y la besaba con ternura sabiendo que no podría rechazarme en público, estaba siendo un grandísimo idiota sin orgullo pero de verdad la amaba y recibiría las migajas que me diera con una sonrisa.

Al llegar a casa la calidez que había mostrado desparecía y era reemplazada por frialdad, una que cada vez me causaba más daño y dolor.

En el trabajo veía que nos hundíamos más y aunque buscaba mil planes no daban frutos. Solo sentía que aplazaba la fecha del cierre definitivo de los hoteles. ¿Que era lo que estaba haciendo mal?

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