Capítulo 52. Debo deducirlo.

Damián y Francisco se encargaron de buscar a Jamilet, según lo que cuentan, la encontraron en un camino poco poblado y con una suciedad que limpiarlo sería una ofensa a los utensilios.

Logré verla después de que ellos la limpiaran y le detuvieran el sangrado. Decidieron llevarla a una de las casas seguras de Damián, a la que también decidieron llevarme a mí. Por cuestiones de seguridad, debía estar lo más alejado posible de la ciudad. Verla tendida en la cama me hizo recordar la vez en que vi a Elena morir en mis brazos. Su cuerpo frío y su color pálido, me hicieron revivir ese momento. Me acerqué a ella y sus manos estaban heladas. Me senté en una silla junto a su cama y posé mi frente en su mano. Sentí como el calor de mis lágrimas comenzaba a deslizarse desde mis ojos hasta mi mentón. No podía decir nada, tan solo me quedé llorando, quizás mantenía la esperanza que mis lágrimas mejoraran su estado.

–Teo –hemos encontrado al responsable– comentó Francisco–.

Le di un beso a la mano
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