Amelia salió al fin de la cama y se unió a él bajo el agua, y Zack de inmediato tomó la pequeña barra de jabón y la empezó a pasear por todo su cuerpo, su espalda, su cuello, sus senos… se arrodilló frente a ella enjabonando sus piernas y su vientre, tocándola suavemente, intuyendo que todavía estaba irritada.
Quería tocarla mucho, besarla allí otra vez.
Su cuerpo era una tentación constante aun estando vestida, y desnuda y en la ducha, ni se diga…
—No voy a poder cumplir con la excursión —dijo ella con sus ojos cerrados, sintiendo los dedos resbaladizos de él por su entrepierna. Afortunadamente, había tenido el atino de depilarse; ya algo le había dicho que esto pasaría, y estaba feliz.
—¿Por qué no?
—Me duele.
—Has perdido tu himen —contestó &eac