Mi querida y muy amada Vayolet Berelli.
El Duque Berelli le dijo a August que lo soltara, que lo liberará.
August no comprendía por qué lo dejaría libre si el había atacado a Vayolet.
-Como es posible que quiera que lo deje libre, el atacó a su hija, no es suficiente con las humillaciones que sus hermanas le hacen pasar, usted tampoco va a creerle.
El Duque estaba muy serio.
-Eso no es asunto tuyo, no matarás a nadie en mi hogar.
August no comprendía sus razones, pero respiro profundo y dejó libre al infeliz.
El hombre agradecía a su suegro, pues August lo mataría.
El Duque se acercó a el, y le tendió la mano para levantarse.
-Tú, le has hecho daño a mi posesión más valiosa, mi pequeña Vayolet, el Príncipe no te matará cobarde, lo haré yo mismo.
Y el duque sacó una daga y corto su cuello, el hombre cayó al suelo, y rogaba por ayuda, los guardias que veían el momento sólo veían, pues ese animal se merecía morir.
August lo vio y se quedó sin palabras, el pensaba que quizá el duque no creería a su hija, pero estaba claro que n