Mi peor enemigo

Punto de vista de Liah 

–¿Luna de miel?–pregunto sorprendida.

–¡No!–responde Bruno de inmediato–Lena y yo, acordamos en que lo dejaremos para después. Ahora mismo, tenemos mucho trabajo en la farmacéutica.

–¿De verdad?–pregunta mi madre evidentemente desilusionada.

–Si, además quisiera recuperarme mejor–comento.

–Bueno, pero no lo dejen pasar. Miren que cuando llegan los hijos, todo se torna más complicado–comenta mi madre.

¡¿De verdad mi mamá está hablando de luna de miel y de hijos, sabiendo que yo soy Liah?! Pero ¿qué le pasa?

Mientras lo asimilo, me levanto lentamente de la cama con la intención de salir cuanto antes de ese lugar de terror, pero al hacerlo, siento que todo me empieza a dar vueltas, por lo que, rápidamente Bruno se acerca a mí, e intenta ayudarme, y aunque en mi interior, presiento que él tiene algo que ver en la desaparición de mi hermana, tengo claro que debo acercarme a él para poder desenmascararlo, y asimismo llegar al fondo de la verdad.

Al llegar a lo que se supone que va a ser mi casa, me encuentro con una mansión tan impresionante, que incluso me sorprendo de que haya podido quitarme el aliento.

Lo que sí me llama la atención es que el personal de servicio me mira como si tuviera miedo de mí.

Sé bien que mi hermana podía llegar a ser un poco pesada, pero ¿habría sido lo suficientemente antipática como para que todos me estén viendo como un bicho raro?

–Disculpe, señora Gil–dice una de las mucamas al entrar a mi habitación.

–Puedes llamarme Lena–respondo con una sonrisa cálida y la mucama asiente.

–Señora Gil… disculpe, señora Lena. Su madre está en el vestíbulo ¿desea que la ayude a bajar?

–No es necesario, hazla subir por favor–respondo.

Enseguida, la mucama se retira y al cabo de cinco minutos, aparece mi madre entrando a mi habitación; tan pomposa como siempre, y con esa sonrisa en su rostro que me genera náuseas, ¿cómo puede estar tan tranquila siendo que Lena está desaparecida?

–No aguanto esta angustia. Algo me decía que esto no iba a salir bien, lo sabía. Pero tú sabes cómo se pone tu padre cuando algo se le mete en la cabeza–dice mi madre mientras camina de lado a lado, en frente de mí.

–¿Han sabido algo de ella?–pregunto con la esperanza de que su respuesta me alivie.

–Absolutamente nada, es como si se hubiese esfumado del planeta tierra.

–Estoy segura que a Lena la secuestraron, mamá.

–¡Es imposible! ¿Quién querría hacerle daño? Si ella no tenía enemigos.

¿Cómo es que mis padres pueden seguir aseverando tal cosa, cuando a mí solo me ha bastado menos de veinticuatro horas para darme cuenta que más de uno se ha podido beneficiar con su desaparición?

–Yo no estoy tan segura de eso–respondo.

–¿Qué dices?

–Su relación con Bruno es una completa farsa, de hecho, Lena mantenía una relación con su cuñado Abel. Estoy segura que Bruno no quería casarse con ella, y no me extrañaría que haya sido capaz de lo que sea, con tal de impedirlo.

La expresión de mi madre cambia radicalmente, dejándome ver su dolor y preocupación por lo que le acabo de contar.

Me pregunto si esto también lo está fingiendo, o si de verdad, es genuino lo que siente.

–Ahora todo tiene más sentido–responde mi madre, llevándose sus manos al rostro.

–Dime todo lo que sabes, por favor.

–Tu padre y yo, nos reunimos con los padres de Bruno hace unos meses atrás. Nuestra única intención era que nos presentaran a un senador que es clave, para la aprobación de nuestro casino.

–¿Eso qué tiene que ver con Lena?–pregunto confundida.

–Esa noche, sus padres accedieron con la condición de que Lena y Bruno se casaran. En un principio, a mí me pareció una excelente idea porque yo pensaba que eso era lo que Lena quería. Sin embargo, cuando nos enteramos que había rechazado a Bruno, tuvimos que hablar con ella, y armó un berrinche que ni te cuento.

–Y aun así lo permitiste–respondo decepcionada.

–No tenía otra opción. Tu padre y yo pensamos que solo se trataba de un capricho pasajero, porque ellos aparentaban ser felices juntos. Jamás me imaginé que podía estar con Abel. Es que ni siquiera tiene sentido ¿por qué querrían que Lena y Bruno se casaran sin ninguno quería estar con el otro? No entiendo.

–Definitivamente hay algo más, pero créeme que lo voy a averiguar.

–Nosotros haremos lo mismo. Aunque me cuesta creer que los Gil tengan algo que ver en la desaparición de Lena, ellos no son ningunos criminales–dice mi madre.

–¿A diferencia de ti y mi papá?

–Mucho cuidado con lo que estás insinuando, Liah Elena–dice mi madre, evidentemente molesta.

¿Ya mencioné que no confío en nadie, ni siquiera en mis papás?

Indirectamente, lo que ha pasado con Lena ha sido culpa de ellos, y nadie puede convencerme de lo contrario.

–Si tan solo no hubiesen recurrido a los Gil…–respondo pero mi madre me interrumpe.

–Sé lo que estás haciendo, y no te lo voy a permitir. Es injusto que me quieras echar la culpa por lo que pasó, siendo que ni tu padre ni yo, sabíamos algo de lo que pasaba entre Bruno y Lena.

–Lo dices como si hubiese sido diferente si lo hubieses sabido antes, ¿sabes lo que pienso? Que tanto tú como mi papá, pensaron solo en ustedes. No les importó condenar a su propia hija a una vida infeliz y llena de desgracias, con tal de salvarse de la justicia, y eso los hace tan culpables de su desaparición como los propios responsables que se encargaron de llevarlo a cabo. Así que sí, todo esto es tu culpa–respondo enfadada y llena de frustración.

Enseguida, mi mamá me lanza una bofetada en mi rostro, impidiéndome que pueda decir algo más, y esto solo aumenta mi enojo.

–¿Alguna vez te preguntaste de dónde salió el dinero para que Lena y tú, asistieran a los mejores colegios y a las mejores universidades?–pregunta mi madre.

–Se suponía que tú y mi papá eran empresarios.

–¡No me hagas reír! Tu papá daba clases de matemáticas en una universidad, y yo era una administradora con un cargo de medio turno. Dime ¿cuál era la empresa?

–Eso era lo que nos decían.

–No, eso fue lo que tú y Lena quisieron creer. Tu padre y yo, dimos todo para que ustedes pudieran tener la vida que nosotros no tuvimos, así que no te atrevas a decirme que por nuestra culpa Lena está desaparecida, porque no es así.

Antes de que pueda responder, la puerta de mi habitación se abre de par en par, dándole paso a Bruno, quien sostiene una bandeja entre sus manos y se acerca lentamente a mí.

–Emma, no sabía que estabas aquí–comenta Bruno.

–Ya me iba, ha sido un día largo–responde mi mamá.

–¿Por qué no te quedas a cenar?–pregunta Bruno al mismo tiempo que coloca la bandeja en la mesita de noche.

–¡Oh no, querido! Gracias. No estoy segura de que Lena esté completamente bien de la cabeza–responde mi madre con ironía.

Enseguida, se da media vuelta y sale de la habitación, dejándome sola con Bruno.

–Bueno, no se puede decir que no lo intenté–dice Bruno.

–¿Qué haces aquí?–pregunto de mala gana.

–He venido a traerte tu medicina.

–Eso lo ha podido hacer cualquiera de las mucamas, así que te daré una segunda oportunidad, pero esta vez, quiero la verdad, ¿qué haces aquí?–pregunto retadora.

–Estoy aquí porque tenemos algo importante de que hablar.

Sus palabras me intrigan ¿será posible que Bruno haya escuchado la conversación que tuve con mi madre? 

De cualquier manera, no dejo de tener esta sensación de estar frente a mi peor enemigo. 

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo