Capítulo 5

No sabía qué hacía allí, lo que sucedía a mi alrededor no era de mi interés. Quizá solo llegué para recibir un abrazo de la mujer que me trajo al mundo. Necesitaba empatía por lo que me estaba pasando, aunque esas personas también se veían llenas de problemas.

La vi, acaricié su mejilla y rodeé su cuerpo con mis brazos. Sentí cariño, a pesar de que ambas estábamos vestidas de negro.

-Llegaste tarde Andrea, ya lo enterraron.

-¡Mamá! –Arrugué mi entrecejo con expresión de molestia- Tomé un vuelo lo más rápido que encontré. Además, no entiendo por qué estás tan triste, para ti era una familia lejana.

-El tío de tu padre venía siendo tío tuyo también. Te quería y te consentía cuando eras pequeña.

-De grande lo odié. Me negó un puesto de trabajo en su empresa –dije con la imagen de mi pasado en la cabeza.

-No fue por mal Andrea, tu padre se lo ordenó, quería que siguieras estudiando.

-De igual modo, mi vuelo sale mañana, vine a compartir contigo y a contarte lo deprimente que está mi vida en estos momentos.

Mis lágrimas se me salieron al tratar de explicarle a mi madre que mi marido me había traicionado, cuando sentí un hombre que abrazó mi espalda.

-Te compadezco prima, todos pensamos que los tratamientos estaban funcionando, era un gran hombre –me dijo la voz masculina, joven.

-Ah, sí –dije apartándome de ese muchacho que no reconocía. El cargaba a un niño pequeño en su pecho, sostenido con su brazo derecho y al parecer estaba dormido en su hombro. –Uno suelta una lágrima en un funeral y todos piensas que es por el fallecido –susurré.

-¿Qué hacen aquellos allá? –Preguntó mi madre y al voltear vimos un murmullo de gente discutiendo, todos vestidos de luto, cerca de la mesa de las bebidas.

-Todos son familiares lejanos, peleando por las propiedades de tío. Yo no me voy a quedar echándome cuchillo con esa gente. Si me toca algo, que me lo depositen a mi cuenta, yo me iré mañana.

-¿Dejó propiedades? ¿Y las empresas quién las va a manejar? –Pregunté yo con curiosidad.

-Eso no se sabe. Probablemente las vendan y el dinero lo den a la caridad. Así hicieron con un hombre que falleció y no tenía familia.

-Pero al tío le salieron demás –dije yo al ver el gentío que lo creía como pariente.

-Todos son hijos y nietos de sus hermanos –intervino mi madre.

-Sí, no tuvo hijo, a este chico que crió me encargaron de llevarlo a un orfanato- el primo hacía referencia al que tenía cargado- Nadie lo puede tener. Es triste que la familia no se apoye, todos pendientes de la fortuna.

-Eso lo entiendo, quien va a querer criar a un niño que no es suyo- dije antes de que él me hiciera una seña y se retirara.

-Gusto en conocerte prima.

-Mamá, como te iba contando, ya no tengo donde vivir. ¿Me prestarías dinero? –hablé a mi madre y mientras trataba de explicarle ella parecía no prestarme atención, veía estática como se marchaba mi primo con el niño en los brazos-… Mamáaa. ¿Qué sucede?

-Me da pesar por el niño. ¿No quieres llevártelo?

-¡¿Estás loca?! –Abrí grandemente los ojos de la impresión- ¡No te estoy diciendo que estoy arruinada!

-Ojalá pudiera quedármelo, pero vivo trabajando más de doce horas al día y mi sueldo no me daría para mantenerlo y conseguir una niñera.

-Ni lo pienses, no nos meteremos en ese problema, allá ellos que resuelvan su situación –dije con repulsión, mi mamá ahora estaba sintiéndose caritativa y pensado en llevarse una carga que no iba a poder con la edad.

-¿Sabes el niño que tuviste, me pediste que le buscara un hogar?

-Te dije que jamás lo mencionaras, a todos les dije que había muerto al nacer –expresé eufórica. Odiaba que mi mamá lo estuviese recordando.

-Es ese –Dijo con una expresión congelada y sus lágrimas se le salieron.

-¡No puede ser! -Sentí nervios en mi cuerpo- Me alegro de que el niño haya tenido una buena crianza, pero lamento que se haya quedado huérfano.

-¡Es tu hijo Andrea y mi nieto! –Pasaba sus manos por su lagrimal y se colocaba luego sobre su cabeza.

-Va a estar bien, lo llevarán al orfanato y otra familia le conseguirá un hogar. ¡Sabes que no podemos tenerlo! –Le decía entre nervios para que entrara en razón.

-Si supieran que su madre biológica está aquí…

-¡Nadie lo sabe y jamás se van a enterar! ¡Por favor mamá, guarda el secreto! –Insistí, toda nerviosa.

-¡Eres una irresponsable! –Mi mamá me miró directamente a los ojos- ¡No tienes piedad de nadie y nadie se apiadará de ti! ¡No tengo dinero para prestarte y no eres bienvenida a mi casa! Búscate a otro hombre millonario si eso es lo que deseas. Pero yo no te voy a ayudar a resolver tus problemas –expresó molesta.

Salí de la hermosa mansión de los Valderrama. Paré un taxi y me dirigí apresuradamente al hotel donde estaba hospedada. Llorando, mis lágrimas mojaban las sábanas mientras empacaba la maleta. Me dolía que la única familia que tenía me despreciara de esa manera. Yo con tanto amor volé kilómetros a ver a mi mamá y por una pequeñez sin sentido ahora me odiaba.

La preocupación me invadía al día siguiente. Deshice toda la maleta sacudiendo prenda por prenda hasta la ropa interior, anhelando que mi identificación apareciera volando frente a mí, al no ocurrir, me levanté e inmediatamente mis manos masajeaban la cabeza de preocupación.

-¿Dónde está? –Me pregunté haciendo retrospección mental tratando de recordar donde lo había dejado –No podré salir del país sin pasaporte- Y fue entonces cuando apareció la imagen del interior de la mansión. Un alivio me entró al cuerpo, pero no liberó mi tensión, encontrándome rodeada de una habitación desordenada y un boleto indicando el vuelo a las cuatro de la tarde. Tenía menos de una hora para llegar al aeropuerto y por culpa de mi distracción tocaría hacer un desvío.

Salí del hotel lo más rápido que pude y abrí la puerta trasera del primer taxi que encontré –Eso será rápido –dije cuando mis palabras fueron equivocadas…

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