Zaideth
Eso de despertarme a las cuatro y media de la mañana para alistarme para ir al gimnasio… no me estaba agradando. Llevaba cinco días junto a Walter y, como él ya no estaba trabajando, podíamos pasar todo el día juntos, habría sido demasiado perfecto si nos pasáramos el día en el apartamento viendo alguna serie juntos o yendo a conocer la ciudad. Pero no, en su caso, Walter decidió crear toda una rutina de ejercicios que comenzaban en levantarnos muy temprano para ir a hacer ejercicio.
El primer día me levanté a esa hora por obra y gracia del Espíritu Santo. Me dijo que era una costumbre para él despertarse a esa hora para entrenar.
Cuando dijo eso estaba convencidísima que se iría solo, por eso me acomodé en la cama y me abrigué más con las sábanas.
—¿Qué haces