-No, no me acuerdo-Alan siguió comiendo.
-Que raro, pero no te hizo daño?.
-No… Al contrario. Me dijo que era un niño muy lindo y que cuando grande iba a ser muy feliz.
-Hijo, no me gusta que hables con desconocidos.
-Pero, él me dijo que vivía a unas cuantas casas del río. Y que podía ir a visitarlo.
-No. Ni se te ocurra ir a visitarlo.
-Él es una buena persona, pero no sé porque cuando te escucho la voz, salió corriendo. Me imagino que te tiene miedo.
-¿Eso piensas?-Alan asintió.
-Si. Pero me dijo que no te contará nada.
-¿Por qué?-Alan miró para el tejado y soltó un suspiro.
-Me dijo que ese sería nuestro secreto, pero como ya sabes… No te puedo guardar ninguno. Te tenía que decir.
-Hiciste lo correcto-Siempre le he dicho a Alan que los niños mentirosos van al infierno, y él le teme mucho a eso. Creo que es por eso que me cuenta todo.
Alan terminó de comer, se lavó sus manos y después se fue a acostarse junto con su nuevo amigo. El gato.
Me senté en la silla que está en la