CAPÍTULO 37. ¿NUNCA ME VAS A PERDONAR?
Su dulce mirada lo desarmaba, no podía sostenérsela luego de escuchar sus firmes argumentos.
—Quiero una vida plena a tu lado —Guillermo respondió con ternura, acercó sus labios a los de ella y la besó con cariño—, perdóname por mortificarte —mencionó.
—No tienes nada que disculparte —contestó—, esto que sientes es porque me amas —manifestó, de pronto su estómago comenzó a clamar por alimento.
Guillermo no pudo evitar sonreír ante el fuerte gruñido del estómago de su chica.
—Parece que alguien trae un perro agonizando dentro —se mofó—, anda vamos a comer —solicitó.
Carcajeó al escucharlo, llevándose una de sus manos hacia su abdomen.
—Sí por favor. —Se puso de pie y salió con rapidez buscando su bolso, entonces se detuvo en seco al encontrarse a Maritza cerca de su cubículo. — ¿Se le perdió algo licenciada? —indagó con voz seca.
—Vine a hablar con Memo de un par de asuntos de los que no se pueden tratar con el personal…, de limpieza —murmuró sus últimas palabras y prosiguió igno