—¿No sientes ningún remordimiento?
Santiago repitió las palabras de Juliana, una sonrisa apareció en su hermoso rostro y él suspiró: —Qué bien.
De repente abrió los ojos, su mirada era aguda, como si fingiera estar muy débil antes.
Miró a Juliana fijamente y dijo: —Juliana Román, ya que eres tan ama