—Oye, no debes enojarte conmigo.
Juliana se puso recta en el sofá, que estaba despierta, le dijo a Santiago con seriedad.
—Me invitaron al evento, no para hacer algo malo. Si me hubieras dejado ir, no habría tenido que hacerlo a escondidas. Ya no soy una niña. El diseño es mi sueño. Deberías darme l