Lo que dijo fue sorprendente.
Antes había dicho con desdén que sólo los fuertes tenían estatus y que las normas sólo servían para proteger a los débiles, pero ahora se ofrecía a ayudar.
¡Qué increíble!
Sin esperar la respuesta de los Román, Jaime se marchó cansado.
—Hermano, ¿qué quería decir él? —p