Pero, en realidad, él simplemente no decía nada en absoluto.
—Emiliano, ¿estás molesto?
Juliana lo siguió mirando mientras se acomodaba en la cama, abrazando una almohada y observándolo con la cabeza ladeada.
—No, ¿dónde viste que estoy molesto?
Emiliano terminó de hacer la cama, luego levantó la mi