El hombre rugió de rabia.
«Ella no es Sabrina. Sabrina está en Barcelona ahora.»
Sabrina se quedó helada, un poco enfadada.
«Parece que está muy borracho.»
Sabrina empujó a Francisco al sofá y se sentó sobre él.
«Siempre Francisco no puede ganarme, y ahora está borracho.»
Sabrina ató las manos de Francisco con su corbata.
—¡Suéltame!
Francisco estaba borracho, pero tenía sentido de la autoconservación.
Sabrina se acercó a él y le dijo: —Francisco, si vuelves a ser malo conmigo, me voy a Barcelona y no vuelvo nunca más.
Francisco miró incrédulo a la mujer que tenía delante.
Sabrina, sabiendo que había estado bebiendo mucho, se quejó: —¿Dejas de fumar y ahora bebes?
Francisco se tranquilizó.
—Sabrina... —Francisco rompió a sonreír—. Has vuelto.
Sabrina besó a Francisco, —Sí, he vuelto, ¿estás contento?
Francisco asintió, —Sí.
—Pero no estoy contenta —Sabrina fingió estar enfadada—. Fuiste tan malo que me alejaste, Mira, me duele.
Francisco se culpó, —Sabrina, lo siento,