Francisco no podía bajar y, además, no quería ver a Alejandro, así que Sofía fue a tratar con él.
En la planta baja.
El hombre del traje estaba sentado en el sofá, tomando un sorbo de café.
El hombre era guapo, con un parecido rostro a Alonso, de piel pálida, y parecía muy gentil.
Al oír pasos, vio a Sofía bajando las escaleras.
Alejandro dejó el vaso, se levantó, y saludó sonriendo, —Sofía. Hace mucho tiempo.
La última vez que Sofía y Alejandro se vieron fue hace más de diez años. Fue el cumpleaños del abuelo, cuando Alonso lo trajo a la familia, queriendo que el abuelo lo reconociera como descendiente de los Herrera, pero el abuelo se negó.
Más tarde, Alonso envió a Alejandro a vivir al extranjero.
Pensó que nunca volverían a verse.
Sofía se sentó en el sofá y dijo, indiferente: —De verdad. ¿Cuándo has vuelto?
—Hace una semana.
Mientras miró hacia arriba Alejandro preguntó: —¿Dónde está Francisco?
Sofía dijo con frialdad: —Mi hermano está ocupado. No tiene tiempo para ver