—¡Ahhhhh!
Sofía corrió hasta Sabrina y le tomó la mano.
—¿Estás bien?
—Tranquila —dijo Sabrina—, no me paso nada.
—Sabri, a Mateo lo...? —Sofía pasó su dedo por el cuello.
—No, hoy no lo maté.
No quiso ensuciar sus manos. Sofía siguió a Sabrina e iba viendo hombres tirados por doquier.
《¡Oh, estos... ¡los derribó Sabri!》, pensó mientras llevaba una mano a la boca.
—Sabrí, ¿cómo quieres que te agradezca? Haré lo que quieras para elogiarte.
Cuando salieron a la calle y Sabrina iba a responder, inesperadamente vio un Maybach negro y un Bentley plateado que venían camino a ellas.
—¡Es mi hermano!
Sofía reconoció el auto de su hermano y llamó su atención para ser vista.
—¡Fran, estoy aquí!
Los autos pararon frente a ellas, Del Maybach bajó un hombre alto, elegante y peligrosamente atractivo que se dirigió a Sofía. Era su hermano.
Francisco constató que su hermana ya no estaba en peligro, entonces se dirigió a Sabrina.
—¿Y tú qué haces acá? —le preguntó mientras echaba un