Capítulo 3

El sonido estruendoso de la alarma del despertador, provoca que Kayla frunza el ceño mientras hace un intento vano por cubrirse la cabeza con la almohada, no había podido pegar un ojo en toda la noche y cuando por fin logró conciliar el sueño, Darren apareció en sus sueños, persiguiéndola en medio del bosque. Se hizo un ovillo al recordar el beso que le había dado Mickey y no pudo evitar sentirse sucia, una parte de ella todavía le temía a Darren, lo cierto era que él le había hecho más daño del que creía.

—¡Kay, se te hará tarde para desayunar! —la voz cantarina de su hermano hizo que en su rostro se dibujara una ligera y muy notoria sonrisa de oreja a oreja.

La verdad, no tenía apetito, pero no se atrevía a desairar a su hermano mayor; quien con muchos sacrificios se daba tiempo para ver por ella, cuidarla y protegerla, para estar al tanto de su trabajo y por supuesto, no descuidar su vida social.

Con pereza logra levantarse y casi con un enorme esfuerzo sobrehumano, se puso sus pantuflas y salió de su habitación sin echarse un vistazo rápido en el espejo. Mientras bajaba los peldaños de las escaleras, el olor a tocino y huevos recién hechos inundó sus fosas nasales y su estómago no tardó en rugir.

—Hasta que despiertas, enana —Owen pasó a su lado al tiempo que se sentó, y le alborota el cabello para después servirle un vaso de zumo de naranja—. ¿Planes para hoy?

Kayla no sabía si era buena idea molestarlo con el asunto de Darren, en especial porque él tenía sus propios problemas, en la noche lo escuchó discutiendo con Ana Karen, una chica con la que llevaba saliendo poca más de un mes, no le agradaba, en especial porque siempre le decía a Owen que tenía que buscar su propia vida, que no podía vivir para siempre a su lado, también le solía decir que pensara mejor las cosas, ya que en algún momento él se casaría y tendría que desprenderse de Kayla.

Y en el fondo, no era del todo mentira.

—Es el cumpleaños de Jade Mont, una compañera de la escuela, y me ha invitado —le dio un sorbo a su jugo anclando sus ojos sobre los de su hermano mayor, quien la analizaba en silencio—. Pero si no te parece bien... puedo cancelar.

Owen se removió inquieto sobre su asiento y comenzó a comer en silencio, no la miraba siquiera, por lo que ella hizo lo mismo al imitarlo, a tal grado que solo el ruido de los cubiertos al chocar contra la vajilla de porcelana, era lo único que se escuchaba dentro de la cocina.

—Tu novio Darren, ¿también irá? —Owen dejó suspendida la pregunta en el aire, para darle un nuevo bocado a su pan tostado.

Kayla masticó lento, tragó duro y agarrando el tenedor con fuerza, sabiendo que quería comenzar de nuevo, y dejar atrás en el pasado su relación tóxica con Darren, se armó de valor para confesarle media verdad a su hermano.

—Darren y yo hemos terminado —musitó.

Esta vez su hermano giró la cabeza y ladeó una sonrisa que no pudo ocultar.

—¿Lo dices en serio? —Owen se limpió las comisuras de sus labios con una servilleta y se acercó a ella—. Tú y ese imbécil ya no son novios... ¿cierto?

Kayla asintió con la cabeza.

—¡Dios, esa es una buena noticia! —Le dijo Owen envolviéndola en un fuerte abrazo de oso—. Pensé que nunca sucedería.

—Lo sé, ahora si me sueltas te lo agradecería, me estás... asfixiando —río Kayla, y sintió que volvía a ser ella misma.

—¡Tonterías! Esto hay que celebrarlo —exclamó Owen poniéndose de pie—. Tal vez podríamos esta noche...

Kayla sintió el impulso de hacer algo por su hermano, así que negando con un ligero movimiento de cabeza, y esbozando una sonrisa, dijo:

—Esta noche es la fiesta de Jade ¿lo olvidas? —Kayla estaba nerviosa, pero lo ocultó, así mismo como había ocultado muchas de sus emociones y miedos cuando estaba con Darren—. Tal vez podrías salir con Ana Karen.

Su hermano dudó, hizo una mueca de silencio y comenzó a analizar la situación como solía hacer, buscando los pros y contras de la decisión que pensaba tomar. Hasta que tras unos cuantos minutos que a ella le parecieron eternos, su hermano mayor soltó un largo suspiro y se sentó esta vez frente a ella.

—Imposible Kay, ella está en la casa de su abuela, a tres horas de aquí —en su tono de voz había un deje e tristeza y eso le remordió la conciencia—. Sinceramente no me atrevería a dejarte sola tanto tiempo, ya que de ser así me temo que no regresaría hasta mañana.

Las palabras de Owen fueron como dagas lanzadas directamente a su corazón, en algo tenía razón la chica, y es que su hermano no podía dejar de lado su vida por cuidarla a ella, ya tenía dieciocho años.

—Tienes que dejarme crecer Owen, no puedes pasar toda tu vida cuidando de mí y haciendo a un lado tus cosas —Kayla puso su mano sobre la de su hermano, que estaba encima de la mesa en un puño cerrado, la calidez pronto hizo que la mirada de él se desarmara y en sus ojos se colocara la calidez—. Yo estaré bien, solo es una fiesta, prometo llegar temprano y te mantendré al tanto por medio de mensajes de texto, ve con Ana Karen.

—Kay, se lo prometí a nuestros padres, siempre te cuidaré y...

—Lo estás haciendo, por una noche que disfrutes tú, no significa que romperás la promesa.

Owen cerró la boca, lo cierto era que se moría de ganas por hablar con Ana Karen, arreglar todos malentendidos que había entre ellos dos, y después de analizar todo, llegó a la conclusión de que no pasaría nada malo, Kayla era responsable y sabría cuidarse, todo estaría bien, llegaría a casa por la mañana a primera hora, a más de que no negaba el sentirse más tranquilo sabiendo que ya no andaba con ese chico Darren.

—¿Y bien? —insistió Kayla.

—Tú ganas, hermanita, pero tienes que prometer que mandarás mensaje de texto cada hora para saber que estás bien.

—Eso es un poco exagerado, ¿no crees? —Kayla arrugó la nariz.

—No lo es cuando tu hermano mayor estará muy lejos de ti, ahora desayuna, haré una llamada —Owen se puso de pie y le dio un beso tierno en la coronilla.

SEIS HORAS DESPUÉS...

Kayla observaba como su hermano metía con brusquedad y alegría su maleta en la cajuela del carro, ya había arreglado las cosas con su chica y lo esperaba ansiosa, su celular no dejaba de vibrar y ella se armaba de valor para rechazar las llamadas de Darren, sabía que se trataba de él, porque nadie más de la escuela tenía su número, él se lo había prohibido, y pese a que llamaba desde otro celular, estaba un 90% segura que era él.

—¡Listo hermanita! —Owen la envolvió en un abrazo de oso—. Me voy, te llamaré en cuanto llegue.

—Diviértete.

—Claro, tú también, y no olvides mandarme todos esos mensajes de texto —Owen se subió a su carro, bajando la ventanilla con aire fresco y relajado.

—Vale, maneja con cuidado —Kayla alzó la mano para despedirse al tiempo que él encendía motores.

—Te quiero hermanita.

—Y yo a ti, bobo —de su garganta brotó una risita nerviosa.

Tras echarle un nuevo vistazo a Kayla, su hermano mayor se marchó dejándola sola por un día completo, cuando por fin Owen desapareció de su campo de visión, entró a casa dispuesta a quedarse, lo había pensado mejor, no quería ir a una fiesta, quería encerrarse en casa y ver alguna película en Netflix, eso era lo que tenía planeado, hasta que a tan solo cinco pasos dentro de su hogar, el timbre sonó.

Tragó saliva y por inercia, corrió a la cocina y agarró un cuchillo, dispuesta a defenderse de Darren. Tragó duro y cuando por fin abrió, sus ojos no creían lo que estaba frente a ella.

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