Capítulo 2

Las manos comenzaron a sudarle, y en cuanto sus ojos se cruzaron con los ojos llenos de furia de Darren, carraspeó y soltó la mano de Mickey, casi por inercia.

—¿Kayla? —cuestionó Darren comenzando a andar hacia ellos.

Jade la jaló del brazo y salieron por la puerta trasera, no sin antes cruzar por la cocina. Su corazón se disparó inquieto, y mientras caminaban a toda prisa, sintiendo como Darren les pisaba los talones, en las distancias cortas, la loción que solía utilizar él, era más y más perceptible. El sonido de varias cosas estrellándose con el suelo, la puso en alerta.

—¡Espera, Kay, no te muevas, necesitamos hablar! —Bramó Darren a sus espaldas—. ¡Maldita sea, si no te detienes...!

Salieron y la frescura de la noche hizo que despertara, Kayla se detuvo soltando nuevamente la mano de Mickey y decidió encararlo para sorpresa de la propia Jade, quien se comunicó de inmediato por medio de la mirada con Mickey, y sacó su celular, alejándose a unos metros de ellos.

—Darren —lo desafió y su voz sonó suplicante.

—Kayla, tenemos que...

—Hablar —terminó ella la frase, cosa que lo hizo fruncir el ceño, ya que odiaba que lo interrumpieran cuando él hablaba.

—No creo que sea buena idea —le susurró Mickey al oído.

—¡Aléjate de mi novia, pedazo de m****a! —Darren apretó los puños dispuesto a iniciar y terminar una pelea.

—¿Tu novia? —Mickey resopló, poniéndose en medio de ambos y protegiendo con su cuerpo a Kayla—. Sé lo que le haces, te he visto, así que si no la dejas en paz en este preciso instante, llamaré a la policía y les diré todo, tengo videos y fotos que evidencian los maltratos tanto físicos como psicológicos a los que has sometido a Kayla.

Ahora la expresión de Darren había cambiado, ella sabía cuál era su siguiente estrategia, lo conocía perfectamente, sus ojos azules se volvieron un arma que lanzaba dagas de fuego dirigidas hacia Mickey, apartó su fría y calculadora mirada de él y ahora al verla, su expresión tan impasible y hostil, se volvió a la de un cachorro suplicante.

—Kayla, por favor, todo ha sido un malentendido, deja que te explique, tu y yo podemos arreglar esto sin que nos interrumpan —Darren le tendió la mano circunspecta.

—No —logró decir ella, dando un paso al frente.

—¿Qué dijiste? —Darren incrédulo, se obligaba a permanecer tranquilo, no podía creer lo que había escuchado, en especial porque ella siempre había hecho lo que él deseara, incluso cuando le robó la virginidad, ella estuvo de acuerdo, pero no le agradó su tacto.

—Creo que has oído bien —dijo Mickey con voz ronca.

—¡Esto es un asunto entre mi novia y yo, no te metas, O'Donell —escupió Darren—. Kayla, vamos, te llevaré a casa y podremos hablar en el camino.

—No, he dicho que no, y sinceramente ya no quiero ser tu novia —Kayla tuvo que morderse la mejilla izquierda por dentro, antes de dejar que las lágrimas la vencieran y brotaran de sus ojos como cascadas.

—No digas tonterías, estás confundida, esto...

—Te vi, Darren —Kayla se las apañó para reunir todo su valor y coraje para soltar su sentir—. Con la rubia, creo que estás muy bien sin mí.

—Chicos, es mejor que nos vayamos y dejemos las cosas como están —añadió Jade, quien seguía grabando todo con su celular.

Darren apretó aún más los puños y se tronó el cuello como todo un maestro, Kayla sabía qué hacía eso para intimidar a su oponente, en la mayoría de los casos, ella. Pudo observar como abría y cerraba sus manos en señal de estar preparándose para atacar, tomó una amplia bocanada de aire helado y lo soltó lentamente.

—Amor, dile a tus amigos que nos den un minuto para hablar a solas, por favor —las palabras que se deslizaron por los labios rosados de Darren, sonaron tan falsas que le dieron ganas de vomitar.

—No, ya no hay nada que hablar —Kayla siguió en su postura.

—¡Y una m****a!

El grito de Darren la hizo dar un respingo, y en un pestañeo, ya le había dado un golpe en el estómago a Mickey, doblándolo del dolor, seguido por varios en el rostro sin darle tiempo a reaccionar y poder defenderse. Y es que la realidad era que Darren era un experto en golpear gente, por las noches solía ganar dinero con peleas callejeras, siempre era el campeón, conocía bien el cuerpo humano y tenía conocimiento de los puntos más débiles. Jade, al ver que estaba masacrando a su mejor amigo, se abalanzó sobre Darren, pero este le dio un codazo en el ojo, aventándola con una fuerza sobre humana, haciendo que cayera de bruces.

La escena era de lo más siniestra, Mickey estaba en el suelo siendo golpeado por un Darren furioso.

—¡No te vuelvas a acercar a mi chica! —el enfado de Darren era más que apocalíptico.

—Detente... —musitó Kayla con un tono de voz apenas poco audible—. Por favor...

—¡Maldito hijo de puta, no la vuelvas a tocar o mirar siquiera! —Darren no paraba de darle golpes en el rostro a Mickey—. ¡Ella es mía!

El rostro de Mickey estaba lleno de sangre, el rojo intenso fue lo que la hizo reaccionar, y gritando a todo pulmón, lo detuvo.

—¡Darren, para, tienes que parar!

Darren sostuvo en el aire el puño bañado con la sangre de Mickey, alzó la mirada y se puso de pie, de dos zancadas se acercó hasta ella y la abrazó. Al tiempo que Jade se acercaba a gatas hacia Mickey, quien se puso de pie sabiendo que todo había salido a la perfección, una prueba más en contra de Darren. Después de todo, él y Jade lo habían planeado todo en la semana, ahora sería fácil demandarlo y hundirlo en la cárcel.

—Lo siento, lo siento, lo siento tanto princesa —la estrechó contra su cuerpo, con tanta fuerza, que sintió como le sacaba el aire lenta y tortuosamente.

—Darren, tienes que parar —sonaba ansiosa y eso lo molestó.

El sonido de la sirena de una patrulla se escuchó a lo lejos y Darren sonrió, uno de los cocineros al salir a tirar la b****a, los había llamado en cuanto vio que masacraban a Mickey.

—Eres mía, siempre recuérdalo, mi princesa —le dijo al oído y a Kayla se le encogió la garganta—. No estarás en mejores manos que las mías.

Y diciendo esto le estampó los labios en un beso urgente y agresivo, mordiendo incluso su labio con la sensualidad de siempre.

—No, se acabó, ya no quiero estar contigo —Kayla le dio un empujón.

Darren frunció el entrecejo y la tomó del cabello, acercándola con brusquedad hasta que sus rostros quedaron demasiado cerca, uno del otro.

—Esto se acaba cuando yo lo diga.

La soltó y de forma rápida comenzó a correr hasta internarse en la zona boscosa que rodeaba todo el sitio, y perderse entre lo tupido de los árboles y la oscuridad de la noche.

—¡Dios! —Jade se acercó hasta ella y colocó sus manos sobre sus mejillas—. Es tonto pero... ¿te encuentras bien?

Kayla asintió con la cabeza, aunque no era cierto, cuando los oficiales llegaron, fue ella quien se acercó a ellos y les relató lo sucedido, al dirigir su mirada sobre un Mickey masacrado por Darren, limpiándose el rostro con un paño de agua que le dio Jade, y mismo que le había proporcionado uno de sus amigos cocineros, sintió una punzada de compasión y no dudó en acercarse a él.

—Lo siento tanto, todo esto es mi culpa —la palmas de las manos de Kayla comenzaron a sudar y a moverse inquietas—. Yo pagaré tus curaciones.

Mickey no dijo nada, solo estallo en carcajadas.

—¿Estás bien? —Kayla enarcó una ceja con incredulidad.

—El imbécil de Watson me acaba de dar la golpiza de mi vida, he grabado una prueba más para que ya no se te acerque y tú te preocupas por mis curaciones —dijo Mickey con la mirada fija sobre ella como un misil.

—Supongo que sí, solo quería saber si estabas bien...

Entonces sucedió, Mickey la besó, y esta vez fue un beso tierno, simple pero que la hizo sentir protegida, querida y aceptada, ella correspondió hasta que él se quejó y se apartó.

—¡Que tonta soy, te ha de doler! —Kayla abrió los ojos como platos.

—¿Está todo bien, chicos? —uno de los oficiales de policía se acercó a ellos después de haber escuchado la versión de Jade.

Mickey sonrió y entrelazando su mano con la de Kayla, dijo:

—Ahora lo está, todo mucho mejor.

Sin saber que a unos cuantos kilómetros de distancia, Darren caminaba aturdido y cabreado entre el bosque, con un solo pensamiento... recuperar a Kayla.

—No pienso perderte, no a ti —dijo para él mismo.

Su celular comenzó a sonar, de mala gana lo sacó de uno de sus bolsillos y sin ver de quien se trataba, contestó.

—Bueno.

—¡Eh, hermano, te tengo una noticia que te pondrá de buen humor, te fuiste sin despedirte y ya no pudimos hablar! —se trataba de su amigo Roger.

—¡Idiota, no tengo tiempo para tus pendejadas!

—¡La rara de Jade Mont, hará mañana una fiesta por su cumpleaños, y su prima Adela asistirá, la que te follaste hace tres meses —comienza a parlotear su amigo y compañero de equipo—. Pero eso no es todo, se rumorea que tu chica, Kay, también estará, ¡hermano, te das cuenta! Tendrás a las dos mañana por la noche, podrás follar...

Darren colgó la llamada antes de que la voz de su amigo lo siguiera irritando, sonrió ante la nueva oportunidad que le ofrecía la vida, si Kayla iría a esa estúpida fiesta, él también lo haría, tendrían tiempo para charlar y para que ella le pidiera perdón. Volverían y todo estaría bien, o al menos eso era lo que pensaba.

—En unas horas volverás a estar a mi lado, querida, querida Kayla —río.

Y diciendo esto último, comenzó a andar por el bosque hacia su casa, silbando y ansiando que llegara el momento indicado.

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