Hernán no estaba presente, y Clara se divirtió mucho jugando con Solaris. Solaris era mejor en el lenguaje que Lunia, y podía expresarse con claridad.
Ambas se llevaban bien, y Clara, al ver la inocente sonrisa del niño, comenzó a esperar los días por venir.
En ese momento, sonó el teléfono de Paloma, y Clara contestó de inmediato.
Se escuchó la voz angustiada de Paloma: —Clari, ayúdame, por favor.
—Paloma, ¿qué te pasa?— El corazón de Clara se aceleró de inmediato.
—Es una situación complicada, ya te lo explicaré cuando nos veamos.
—Pero...
Paloma interrumpió rápidamente: —¿Qué pasa? ¿No puedes hablar ahora? Estoy muy débil y necesito alguien que me ayude...
Al escuchar la voz apenada de Paloma, Clara conocía muy bien la situación familiar de Paloma.
Sin familia aquí y con muy pocos amigos, acababa de pasar por un aborto y se encontraba en el momento más frágil de su salud.
Recordando cómo Paloma la había cuidado en el pasado, Clara rápidamente le dio una respuesta.
—¿Dónde estás? Iré