Pera se conmovió cuando vio la expresión de preocupación en el rostro de Isolda. Hubo un ligero toque en su corazón.
En toda su vida, nunca había experimentado el amor de una madre, pero al ver a esta señora que era casi de la misma edad que su madre, los ojos de Pera se pusieron rojos.
Ya sea que el interés de Isolda fuera genuino o falso, en este momento, ella realmente sintió el sentimiento de ser cuidada por alguien.
—Señora, su regalo es demasiado valioso, no puedo aceptarlo.
—Buen niña, quédatelo. No quiero imponerte condiciones con el amuleto de jade, realmente deseo que te recuperes pronto.
Eduardo dejó las frutas y las flores que tenía en sus manos. —Señorita, lo que sucedió esta vez fue nuestro error. Mi madre y yo no hemos venido a convencerte de perdonar a Mónica, realmente deseamos de corazón que te recuperes pronto.
Joaquín los miraba, claramente desconfiando de ellos por su astucia y manipulación.
De hecho, los resultados del informe de Mónica aún no estaban disponibles,