4. Nuestro trato

Aquella noche desató en nosotros algo que ninguno de los dos sabía que podía suceder. Este fue el inicio de algo que era nuevo para los dos. Hicimos un trato, y vaya trato... No sé aun si ha sido para bien o para mal; solo sé que ha sucedido y que las cosas suceden por algo.

***

Observo detenidamente su piso y me asombra los detalles que he pasado por alto anoche cuando lo traje aquí. El lugar es definitivamente increíble, y el verlo de espaldas sirviendo vino en las dos copas que ha apoyado sobre la encimera de la cocina, es un paisaje increíble. Miro detenidamente como esa camisa se ajusta a su tonificada espalda y me imagino las maneras en que se la quitaré. Recorro toda su longitud hasta llegar a la cintura de su pantalón negro y vaya paisaje más sensual, su trasero resalta de manera sensual con esa tela y mi en mi mente hay un parque de diversiones donde la principal atracción es él.  

―¿Y sueles hacer mucho esto?― Me interrumpe su voz armónicamente sensual y desearía que comenzara a quitarme este vestido ya mismo. 

Se da la vuelta y camina hacia mí con las dos copas de vino en sus manos. Me mira como planeando la manera en que me quitará la ropa y me encanta que lo haga.

―¿El querer pasar la noche con un hombre que apenas conozco?― Pregunto sin rodeos y su media sonrisa debería ser pintada por el mejor artista del mundo; es una obra de arte en toda la extensión de la palabra.

―Digamos que sí, aunque dudo que no sepas quién soy. ― Comenta y ahora soy yo quien sonríe. 

―Claro que sé quién eres, pero no es nada que toda España no sepa. Lo único que sé es que ellos no saben que anoche estabas demasiado borracho en un bar. Ahora, si me preguntas a mí, lo que me interesa saber es que hay debajo de esa ropa. Quisiera saber qué tanto oculta el hombre por el que todas las mujeres de España mueren y, respondiendo tu pregunta, no, no suelo hacer esto. En realidad, es la primera vez, pero, yo también estoy harta de sufrir por amor, de que por esa palabra controlen mi vida y quieran que haga lo que no tengo ganas de hacer. Quiero ser libre y pasarla bien.― Le dejo saber y doy dos pasos hacia él ―Y contigo tengo la impresión de que lo haré.― Continuo sin dejar de mirarlo a los ojos y luego bajo su atenta mirada recorro su cuerpo lentamente hasta llegar a su entrepierna. ―Ese pantalón debería ser ilegal para ti.― Comento con una pícara sonrisa y su risa me contagia. 

Él acorta la distancia entre los dos y lleva su mano izquierda al final de mi vestido y roza mi pierna ―Y este vestido debería ser ilegal para ti con estas piernas tan sensuales que posees... Serena, creo que tú y yo la pasaremos muy pero muy bien.― Dice firme y bebe un sorbo de vino para luego dejarlo sobre la pequeña mesita que hay a nuestro lado. 

Ya con sus dos manos libres, él toma mi rostro y me besa con desesperación haciendo que deba dejar la copa a un lado para seguir su frenético ritmo. Las intenciones son evidentes. Sus manos dejan mi rostro y van directamente a mi trasero para tomarlo con fuerza mientras levanta mi vestido y mis manos van yendo al frente de su camisa para desabrochar esos botones que me impiden apreciar su torso. 

No hay restricciones, no hay reglas, y mucho menos hay amor. Mi vestido está prácticamente por mi cintura mientras que su camisa ha desaparecido para caer al suelo. Ahora es su cinturón el que me estorba, pero con él colando sus dedos por el costado de mi tanga y tocándome como lo hace, es muy difícil poder hacer un movimiento correcto. 

―No puedo quitarte este puto cinturón― me quejo sobre sus labios y reímos de mi frustración. 

―No me pidas que me detenga, pero quítalo que ya no soporto este pantalón― responde y vuelve a besarme mientras que ahora caminamos por su piso chocándonos con las paredes y muebles a nuestro alrededor. 

Después de varios minutos su cinturón cae al suelo y ahora el botón de su pantalón y la cremallera son mi próximo objetivo. Mi vestido ya ha volado por el aire y sus manos en estos instantes hacen de mis pechos lo que gustan. Su boca sigue el recorrido de sus manos y joder que me muero de placer aquí mismo.

Finalmente, logro quitar su jodidamente sensual pantalón y con este va su bóxer hasta casi sus rodillas dejando libre su erección y no me equivocaba, su cuerpo es mejor que el parque de diversiones que imaginaba que sería. 

Su boca vuelve a la mía con desespero y cuando su cama está detrás de mí, él me empuja haciendo que caiga de espaldas. Me mira desde el pie de la cama mientras se deshace de sus prendas y el seguir sintiendo la sensación de sus manos en mi me quema. Llevo mis manos donde estaban las de él hace un instante y muerdo mis labios al verlo mirándome como lo hace –Vaya paisaje más divino que eres.― Dice mientras se acomoda sobre mí. 

―Deja de hablar y sigue...― Me quejo y muerdo sus labios mientras que una de mis manos toma su intimidad y juega con ella haciendo que su respiración descomedida me altere más. 

―Detente que necesito estar en ti.― Me dice al oído y suelto su cuerpo. 

Le veo colocarse el condón que no tengo ni idea de donde lo ha sacado, y definitivamente es la imagen más erótica que veré en mi vida. Este hombre es la definición de la perfección y está sobre mí sin ropa. 

Cuando finalmente termina con su tarea, él vuelve a mi boca y con sus manos aparta mis piernas para que finalmente mi cuerpo se llene del suyo. No puedo evitar gemir de placer. No puedo evitar aferrarme a su espalda, y mucho menos que se mueva en mí sin compasión. Ha sacado de mí el lado más salvaje y menos romántico que tengo, ha obtenido de mí lo que nadie ha tenido antes; una mujer sin corazón en la cama. Eso es lo que los dos necesitamos. Yo soy su diversión, y él mi pasaporte a dejar de sufrir por amor. Somos exactamente el clavo que el otro necesitaba y se siente riquísimo que este clavo esté haciendo de mí lo que algo tan increíble como esto. 

―¡Argh!― Gritamos los dos en sincronía cuando nuestros cuerpos culminan a la par. 

Nos desplomamos y simplemente dejamos que el aire llegue de manera normal a nuestros pulmones mientras miramos al techo tumbados en esta cama. 

No sé cuántos minutos han pasado, pero llegó la hora de marcharme de aquí.Me siento en el borde de la cama y diviso donde está mi ropa para ponerme de pie y comenzar a recogerla bajo su atenta mirada. ―¿Ya te vas?― Me pregunta cuando me coloco mi ropa interior. 

―Ha sido divertido, pero debo marcharme.―Digo con una tímida sonrisa. 

―¿Supongo que sabes que no puedes decir nada de esto, no?― Me pregunta sentándose en el borde de la cama.

―Lo tengo claro, no te preocupes.― Digo sonriente y me termino de colocar el vestido. 

Salgo de la habitación, busco mi bolso en la sala y me dispongo a salir del piso cuando su mano sujeta mi brazo y me detiene. 

―¿Estarías dispuesta a repetirlo algún día? Es que la he pasado increíble.― habla serio y una media sonrisa se dibuja en mi rostro. 

―Solo si prometes no enamorarte de mí.― Digo firme y él sonríe ampliamente.

―Ni tú ni yo, ¿vale?― Propone y extiende su mano. 

―Trato hecho― respondo y estrecho su mano. 

―Dame tu número así te llamo.― Me pide. 

―Dame tu móvil y lo marcó.― Propongo y él mira alrededor y al ver su móvil sobre el sofá lo busca y me lo entrega.

Marco mi número rápidamente y dejo que suene –Ahí tienes. Cuando tengas ganas me llamas.― Le digo y él ríe.

―Lo mismo para ti. Si estoy en Madrid o quieres venir aquí me dices.- Propone y solo asiento para finalmente irme de su piso. 

***

Me fui de tu piso con una sensación extraña. La Serena que había sido siempre desapareció para darle lugar a esa nueva versión de mí que ni siquiera estoy segura si ha sido la mejor.

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