Oliver
Contemplo a la chica, la cual permanece en una esquina de la habitación sentada en el suelo, casi inmóvil. ¡Dios, que mal rollo! Con todo el pelo cubriéndole la cara y parte de sus rodillas, solo le falta una horrible bata blanca y la imagen equivaldría a una auténtica escena de terror.
Tengo la espalda jodida de haber dormido en un sofá diminuto para ofrecerle la cama, y ella se queda en el suelo, lo llego a saber y ni me molesto en tener ese detalle con ella.
Me incorporo con pereza, siento el cuerpo dolorido y me cuesta avanzar hasta ella, los años ya me empiezan a pasar factura.
—¿Cómo te llamas?
La cuestiono intentando despegar su cabeza de sus rodillas.
—¡No me toques!
—Bien, No Me Toques. Es hora de que muevas tu culo del suelo y te des un baño, iré a traerte algo de ropa.
Por mi sorpresa la pequeña gata, que parecía totalmente inofensiva, saca sus uñas para arañarme.
—¡Mi madre vendr