19. Obligados a fingir
Luego de que Kaira pudiera convencer a la pequeña Anika que no se iría, sino que solo saldría un par de horas, lograron ponerse en marcha. Sin embargo, para Arin el hecho de que su esposa permaneciera en silencio y con el gesto serio era desconcertante. —¿No me dirás qué vamos a hacer en la mina?

— Estamos por llegar, no seas impaciente.

El área estaba cercada e identificada con un cartel que orgullosamente mostraba su apellido y Kaira solo pudo sentir una fuerte nostalgia por aquellos años en que era una joven llena de ilusiones y rodeada de amor, sus ojos se llenaron de lágrimas, recuerdos de Pari y ella corriendo por el lugar mientras su padre las perseguía.

Arin se detuvo para abrir el portal y luego llegaron a lo que parecía ser la entrada de una pequeña mina trabajada de forma rudimentaria, Kaira bajó del auto y apenas llegó a la abertura, se arrodilló y comenzó a orar, a lo que su esposo mantuvo cierta distancia para solo observarla.

— Creo que debo presentar mis respetos, este
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