CAPÍTULO SETENTA Y NUEVE
Emily salió de aquel despacho de abogados con el corazón destrozado por todo el dolor que Aiden le estaba haciendo pasar.
Cuando llegó a la acera de la calle principal, hizo parar un taxi con la mano, que tomó en dirección al departamento de su fiel amiga. Mientras el taxi se alejaba de aquel edifico en donde había dejado su alma, las lágrimas en sus ojos volvían aparecer derramándose en sus mejillas y hasta por su cuello.
Para Emily ya nada tenía sentido en su vida, había primero perdido a su familia de sangre, y ahora a su familia política. Pero le dolía aún más perder a su marido por una mentira y una traición que él como ingenuo e imbecil habia caido en las trampas del enemigo.
Se tocó el vientre plano y un sollozo se le escapó de sus labios partidos y resecos. Pronto su vientre crecería, y si así era la voluntad de Dios y del cielo, tendría dos pequeñitos Preston sanitos entre sus brazos. Dos niños a los cuales darle todo su amor
Sentía que por fin uno d