CAPÍTULO CINCUENTA Y CUATRO
Emily tomó el citófono para ponérselo en la oreja y de inmediato el conserje habló con un tinte de nerviosismo en su voz varonil:
—Señora Preston ¿es usted?
—Si, habla con ella —contestó Emily con aquella voz dulce—. Buenas noches Jack…—Ella reconoció el tono del joven conserje—. ¿A qué debo su llamado? ¿sucedió algo?
Jack suspiró pesadamente por la línea. Él estaba detrás del mesón, en el hall del edificio mirando hacia los ventanales de cristales.
Abajo había un escándalo de bocinas, que a Emily a penas le dejaban escuchar algo.
—Si —respondió el chico que estaba de turno en la consejería—. Señora Preston tenemos un problema con el auto del Señor Aiden. Lo dejo mal estacionado —le explicó un tanto nervioso.
—Bien, bajo de inmediato.
Emily colgó el citófono y maldijo por quinta vez. Su marido comenzaba a caer en un espiral que se estaba tornando difícil de aguantar.
A paso pesado se fue a la habitación a buscar las llaves del bugatti negro. Las enc