Aún no llegaba a comprender que le había pasado ese día. No una, sino dos veces había caído rendida a los pies de su esposo. Sin embargo, al día siguiente, fue sincera con él y le dijo que si volvía a tocarla, su matrimonio se habría terminado.
Estaba tan furiosa que apenas lo había dejado hablar, pero no con él, sino con ella misma por ser haber sido tan débil.