El recepcionista no quiso darle el número de la habitación de Ángela. Si hubiera sido una mujer, hubiera podido camelársela, reflexionó con frustración.
Buscó a los demás pensando que tal vez Ángela ya estaría con ellos. Ya eran más de las diez de la mañana y estarían esquiando en alguna de las pistas que aún no habían probado. Le costó un poco encontrarlos, pero cuando los localizó, no hubo ni rastro de Ángela.