EZRA ANGHEL
Aláh, es tan hermosa.
Hasta estando molesta se nota tan perfecta que no hace más que recordarme lo afortunado que puedo llegar a ser por tenerla como mi mujer.
-En verdad eres preciosa- le digo con sinceridad, y puedo notar como sus mejillas se tiñen dándome a saber que no esperaba que dijera eso.
-No estoy bromeando, Ezra- me recuerda mientras aleja su rostro de mi mano.
-No hagas eso- le recrimino con la voz mas gruesa - no te alejes de mi.
Mis palabras parecen causar algo en ella porque muerde su labio inferior y vuelve su cabeza de nuevo hacia mi haciéndome sonreír.
-Eres un tonto- añade.
-Lo soy- acepto volviendo a acariciar su cabello.
-No quiero que te sientas de esa manera de nuevo, Ezra, hablo en serio- me riñe y voltea a verme.
-Esta bien, no te enojes - le pido y cojo de la mano para atraerla de nuevo a mi. Ella no pone resistencia y se acuesta a mi lado como en un comienzo.
-Siempre he tenido curiosidad de algo- dice de la nada haciendo que la mire sin entender