Capítulo 547
Lucía se arregló a toda prisa, se puso el plumón y mientras bajaba las escaleras corriendo, se iba colocando la bufanda.

Al llegar abajo, descubrió que una multitud de niños ya estaba en acción, jugando con la nieve con sus propios utensilios.

La primera nevada del invierno siempre era especialmente preciada.

Alejado de la multitud, Daniel la esperaba sonriente bajo un árbol cubierto de nieve. Los ojos de Lucía se iluminaron y corrió hacia él.

Al acercarse, notó que junto a sus pies había un cubo con moldes para bolas de nieve, una pequeña pala, un rastrillo de plástico... Y no solo había un tipo de molde, sino varios con diferentes formas.

—Esto... esto... —Lucía tragó saliva.

—Son para ti —dijo Daniel.

¡Ah!

—Profesor, ya no soy una niña...

Sin embargo, dos minutos después:

—¡Profesor! ¡Mire este pato! ¡¿No parece igualito?!

—¡Y este dinosaurio pequeño, es adorable!

—Profesor, ¿puede traerme nieve limpia de allá con la palita? ¡Tiene que ser completamente blanca, nada que tenga mancha
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